martes, 15 de septiembre de 2009

LA ALABANZA QUE DIOS ANHELA (Parte 9)

Por Fernando Orihuela.

ALABANZA Y ADORACION

INTRODUCCIÓN.
Alabar es hablar bien de alguien. Expresar admiración por alguien. Hacer cumplidos. Recomendar. Felicitar. Aplaudir. Elogiar. Lisonjear.

Adorar es expresar reverencia, tener un sentimiento de temor. Inclinarse delante del objeto de adoración. Rendir homenaje.

La adoración es la forma más alta de alabanza. Generalmente empezamos a alabar y acabamos adorando.

La palabra adoración viene del término del inglés arcaico que significa reconocer el valor de algo y reaccionar de manera apropiada al mismo.

Es actitud del corazón. Es la ocupación reverente del corazón humano hacia su Creador. Comienza con un musitar interno del corazón. Una meditación profunda sobre la grandeza y la dignidad de Dios. Es paladear la admiración que Dios nos produce. Es un sentimiento interno de temor y respeto hacia el Todopoderoso.

Es un "fluir abundante y natural" de estos pensamientos y emociones que fluyen espontáneamente. No tienen que ser impulsados ni forzados. Nuestra copa, como la de David, debe "estar rebosante".

Es el derramamiento del alma en profundas expresiones de reverencia, temor, maravilla y adoración.

B) PRIMERAS REFERENCIAS BIBLICAS A LA ADORACION

Uno de los principales de interpretación bíblica es la "ley de la primera mención", la cual establece que la primera mención en la bíblica de cualquier tema o asunto concede una indicación clara de su significado e importancia dondequiera que aparezca en la Biblia. Es la clave para la comprensión del contenido de esa palabra o tema a través de las Escrituras.

La primera referencia a la palabra adorar está en Génesis 22:5. Abraham, dirigiéndose a los jóvenes que le acompañaban a él y a Isaac al Monte Moria, les dijo: "...yo y el muchacho iremos hasta allá y adoraremos". La palabra que se usa aquí es SHACHAH que significa postrarse delante de alguien, inclinarse, postrarse con una humildad reverencia, respeto y homenaje.
Veamos algunas de las implicaciones de esta primera mención de la adoración.

Dios ordenó a Abraham que fuera y adorara. La alabanza y la adoración no es una opción que podamos, o no decidir según nuestro arbitrio. Es un mandamiento del Señor Cuando la Biblia dice: "ALABAD AL SEÑOR", no es una sugerencia ni una súplica, sino mas bien un mandamiento. No se hacen excepciones. Todo hijo de Dios debe alabarle y adorarle.

La respuesta de Abraham fue una de obediencia. Esta era esencial para la preservación de la relación del pacto con Dios. Ellos habían entrado en un pacto que exigía la obediencia absoluta de Abraham y su total compromiso para con Dios. En aquella ocasión Dios estaba probando la sinceridad e integridad del pacto que Abraham había hecho con El. Esta prueba requería el sacrificio de lo que Abraham consideraba como lo más precioso, Isaac, el hijo de la promesa.

El acto de adoración es costoso. Este le iba a costar a Abraham su ofrenda mejor y más alta. En realidad iba a ser un "sacrificio de alabanza" (He 13:15). Una vida de adoración requiere todo lo que somos o tenemos (Ro.12:1,2). Tiene que haber una total sumisión de nuestro ser a Dios, a fin de llegar a ser un adorador verdadero. David comprendió también este principio cuando dijo: "Porque no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada" (2 S 24:24).

El acto de adoración es uno de fe. Cada paso que dio Abraham ese fue uno de fe. Cuando iba hacia el Monte Moriah, sabiendo que había requerido la ofrenda de su muy amado hijo, sabía por fe de alguna manera ambos volverían a regresar juntos (Gn 22:5).

La sumisión del yo. Abraham no sólo estaba preparado para ofrecer a Isaac, más también iba a ofrecerle sus propios planes, deseos, ambiciones y anhelos para el futuro, el cual iba ligado, inevitablemente, a aquel muchacho. Era el hijo que Dios le había prometido - a través de quien todas las promesas del pacto se verificarían. Al rendirse de esa manera por obediencia, era como entregarle todo aquello que había deseado que se cumpliera. Se entregó a si mismo.
Jamás podremos entrar en una adoración verdadera hasta que no haya habido una entrega completa de nuestro ser a Dios. El ego siempre se interpone en el camino de la adoración. Así que, debemos entregárselo a Dios en sumisión.

6. La alabanza glorifica a Dios. El costoso acto de adoración de Abraham, logró su propósito al glorificar a Dios. Una reacción normal hubiera sido: "¡Cuán sublime y glorioso debe ser Aquél por quien Abraham estuvo dispuesto a sacrificar a su amado hijo, a fin de rendir una adoración real en obediencia y fe!" Dios nos dice en el Salmo 50:23: "El que sacrifica alabanza me honrará..." Todo acto de adoración sincero glorifica a Dios.

7. El adorador es también bendecido. La respuesta de Dios al acto de adoración de Abraham indica Su gran placer y también Su deseo de bendecir a todo adorador. "...porque tú has hecho esto y no has escatimado a tu hijo único; te bendeciré con bendición y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá la puerta de sus enemigos... porque tú has obedecido mi voz" (Gn 22:16-18).
La historia de María (Jn 12:3), quien ungió los pies de Jesús con un óleo de gran precio, es un hermoso ejemplo de adoración. Juan nos dice que después "...secó Sus pies con su cabellos..." imagine la suave fragancia que llevaría en sus cabellos. La gente se seguro notaría aquel aroma tan exquisito. Lo mismo sucede con los adoradores. Sus vidas llevan una fragancia exquisita por todas las partes donde van. ¡Es la fragancia de la gloriosa presencia del Señor!.


C) LA ADORACION TIPIFICADA EN EL TABERNACULO

Un principio adicional de interpretación bíblica es la "ley de la mención repetida". Este principio dice que el volumen de referencias y espacio dado a un tema particular indica su importancia. Cuando consideramos el espacio que se le dedica a la descripción del Tabernáculo - cincuenta y un capítulos en toda la Biblia, Exodo 15, Levítico 18, Números 13, Deuteronomio 2, Hebreos 3, nos damos cuenta de lo importante que es este tema. Puesto que el propósito primario del Tabernáculo era la adoración de Dios, vemos que El nos está indicando la naturaleza vital de la adoración y la tremenda importancia que El le da.
La primera pieza de los accesorios del Tabernáculo que Dios describe (Ex 25:22), es el Arca del Pacto, que estaba colocada sobre el asiento de la misericordia, Dios dijo: "me encontraré contigo y me comunicaré contigo desde el asiento de la misericordia (o el trono de la gracia)..." El lugar Santísimo, en el que estaba colocada el Arca, era el lugar donde Dios se encontraba y comunicaba con el hombre cara a cara. Era el sitio para adorar.

En la economía del Antiguo Pacto, este inmenso privilegio era dado únicamente del Sumo Sacerdote una vez al año, el Día de la Expiación. ¡Cuán bendecidos somos bajo los términos del Nuevo Pacto, pues tenemos el privilegio de tener continuo acceso o entrada al mismo a través de la sangre de Cristo.

La enseñanza básica implícita en el Tabernáculo para nosotros los cristianos es la de la adoración. Dios había sacado a Su pueblo de Egipto con mano fuerte y poderosa (Ex 32:11) Una vez librados completamente de la opresión egipcia, lo primero que hizo Dios fue entregar a Moisés la misión de construir un Tabernáculo.
El primer deseo de Dios, después de la liberación de Egipto (el pecado y su esclavitud), fue iniciar al pueblo hacia el ministerio de la adoración.

El Tabernáculo nos enseña el orden y el desarrollo de la adoración. Cuando se entraba al patio exterior del Tabernáculo, lo primero que se veía era el altar del sacrificio. Este era el lugar donde Dios se encargaba de expiar los pecados e iniquidades del pueblo; allí eran perdonados todas sus iniquidades.

Después se veía el lavacro de bronce, tipo de la limpieza que se realiza a través del lavacro de la Palabra de Dios. El futuro adorador tenía que pasar a través de estas dos experiencias antes de llegar a las cortinas del lugar santo.

Dentro de este lugar estaba la mesa de los panes de la proposición, el candelabro de siete brazos y el altar de oro con el incienso, que tienen un significado profundo en la enseñanza de la adoración.
Por último, estaba el Lugar Santísima, aquel paraje sagrado y solemne de reunión que tipifican las formas más elevadas y puras de la alabanza y de la adoración. El Espíritu Santo desea conducirnos hacia tal lugar. Hay una progresión definida a la hora de aprender las habilidades de la adoración.
Dios quiere llevarnos a través de todos estos lugares hasta que, al final, podamos entrar en el último lugar de la adoración sagrada, ese lugar detrás del velo donde El reside.

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