martes, 29 de septiembre de 2009

¿CRISTIANOS, CLIENTES SATISFECHOS?

Por Chuy Olivares.

Ahora llegamos al asunto que está detrás de toda la música pop, la autoalabanza y diversión que tanto prometen las Iglesias que se acomodan al buscador: las personas no van a “comprar” el cristianismo si es tan difícil. Si no suple sus necesidades, no les interesa. Si quieren seis sabores frutales y usted solo tiene dos, los ha perdido. Necesitan cristianismo de gran sabor, y si les llena menos a corto plazo, pues bien, explicaremos las cosas difíciles más tarde.
A esto se le da un nombre en el mundo del mercadeo: carnada y cambio. Anuncian un televisor a precio de ganga, pero cuando el consumidor llega al negocio, ese modelo en particular no está en existencia. Hay otros que cuestan más, sin embargo, y que son muy parecidos. No es lo que le prometimos. A decir verdad, lo que prometimos jamás ha existido. La oferta fue una patraña.
¿Qué sucede en una iglesia acomodadiza cuando alguien se traga la carnada? La persona piensa: “Oigan el cristianismo no tiene nada de difícil. Uno conoce personas encantadoras, oye un mensaje inspirador y música estupenda, y llega al cielo”. Pero en algún momento sale a la luz la verdad. Las palabras duras de Jesús salen a la luz: “No se trata de ti, sino de mí y de sacrificarte para seguirme”.
Es verdad absoluta que nadie va a querer ser creyente en tales circunstancias, a menos que el Espíritu de Dios esté obrando en su corazón. A menos que el Espíritu de Dios haga su obra de convicción, reviva el corazón muerto y genere fe, nada va a suceder, no importa lo que uno haga. Además, el mensaje único y verdadero de Jesús, conectado a la obra del Espíritu, producirá salvación verdadera. La fuente de la gracia se abrirá y fluirá al pecador que se niega a sí mismo. Es la esencia misma de la gracia. Es cuando no tenemos nada en nosotros mismos que ofrecer para merecer la salvación, sino que afirmamos nuestro aborrecimiento de nuestro yo indigno, que Dios nos concede gracia para rescatarnos del pecado y del infierno.
No podemos reinventar el evangelio para hacerlo a nuestra medida, para nuestra comodidad y conveniencia. Pero eso es lo que la gente está haciendo hoy. Si uno modifica el mensaje para hacer más atractivo el cristianismo, lo que se obtiene no es cristianismo. No estoy promoviendo legalismo en ninguna forma, sino fidelidad a las Escrituras.
Hay congregaciones y pastores bienintencionados que hacen todo lo inimaginable para dar un rodeo a las enseñanzas de Jesús que son difíciles de creer. No lo hacen porque sean malintencionados o maliciosos, ni para engañar conscientemente a alguien. No. Lo hacen porque creen que es mejor dar buenas noticias, que decir palabras duras. Las palabras duras a veces confunden y abochornan; es difícil mirar a los ojos cuando uno repite algunas de ellas.
Los creyentes no saben como interpretar ni como hablar de algunas de las palabras duras de Jesús, y las dejan a un lado. Pero entregar medio mensaje es casi peor que no entregar nada. Todo lo que Jesús dice es importante. No nos toca a nosotros decidir lo que vamos a transmitir o lo que trataremos de esconder.

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