lunes, 1 de febrero de 2010

A CAUSA DE VUESTRA POCA FE - MARTYN LLOYD - JONES

Después los discípulos, aproximándose a Jesús en particular, le preguntaron: Por qué no pudimos nosotros expulsarlo? Les dijo él: A causa de vuestra poca fe; pues en verdad os digo que, si tuvierais fe como un grano de mostaza diréis a este monte: Pasa de aquí para allá, y él hay de pasar; y nada os será imposible” (Mateo 17:19-20).
Cuando el Señor Jesús envió Sus discípulos para diferentes partes de la Palestina, Él les revistió con un doble poder: de expulsar los espíritus inmundos y de sanar todas las enfermedades (Mateo 10:1). Él hizo lo mismo con los setenta que volvieron a Él con alegría, diciendo: “Señor, en tu nombre, hasta los demonios se nos someten” (Lucas 10:17). El día de la Transfiguración, mientras el Señor aún estaba bajo el monte, un padre trajo su hijo que era poseído de demonio, para Sus discípulos, rogándoles que expulsara el espíritu apenas, pero ellos no pudieron. Cuando, después de Jesús haber curado el niño, los discípulos LE PREGUNTARON porque no pudieron expulsarlo como en los otros casos, Él les respondió: “A causa de vuestra poca fe”. Fue, entonces, la incredulidad de ellos, y no la voluntad de Dios que había sido la causa del fracaso de ellos.
En nuestros días, la sanidad divina es poco creída, porque ella esta casi desaparecida enteramente de la Iglesia Cristiana. Alguien puede pedir la razón, y aquí son dos las respuestas que deben ser dadas. La gran mayoría piensa que los milagros, incluyendo el don de cura, fueron limitados al tiempo de la Iglesia primitiva, que su objetivo era establecer el primer fundamento del Cristianismo, pero de aquel para este tiempo las circunstancias fueron alteradas. Otros creyentes dicen sin hesitación que se la Iglesia perdió este dones, esto fue por su propia falta; es porque ella tiene se hecha mundana que el Espíritu actúa débilmente en ella; es porque él no ha permanecido en directa y habitual relación con el poder del mundo invisible; pero que, si ella fuera vista nuevamente llena de hombres y mujeres que vivan la vida de la fe y de Espíritu Santo, enteramente consagrados Dios, ella vería nuevamente la manifestación de los mismo dones como en los tiempos antiguos.
Cuáles de estas dos opiniones coincide más con La Palabra de Dios? Es por la voluntad de Dios que los “dones de sanidad” (1 Corintios 12:9) han sido suprimidos, o es el hombre quien es responsable por esto? Es la gana de Dios que los milagros no acontezcan? En consecuencia de esto, ya no dará Él la fe que produce tales milagros? O nuevamente es la Iglesia que ha sido culpada de falta de fe?
¿Que dicen las Escrituras?
La Biblia no nos autoriza, por las palabras del Señor ni de sus apóstoles, a creer que los dones de sanidad fueron concedidos solamente a los tiempos primitivos de la Iglesia; por el contrario, las promesas que Jesús hizo a los apóstoles cuando Él les dio instrucciones concernientes la misión de ellos, inmediatamente antes de Su ascenso, si los muestran aplicables a todos los tiempos (Mateo 16:15-18).
Pablo coloca el don de sanidad entre las operaciones de Espíritu Santo.
1 Coríntios 12:9
Santiago da un mandamiento preciso sobre este asunto sin cualquier restricción de tiempo.
Santiago 5:13-16
Toda las Escrituras declaran que estas gracias serán concedidas de acuerdo con la medida del Espíritu y de la fe. Es también alegato que en el inicio de cada nueva dispensación Dios opera milagros, que este es Su curso ordinario de acción; pero esto no tiene nada a ver. Piensen en el pueblo de Dios de la dispensación anterior, en el tiempo de Abraham, durante toda la vida de Moisés, en el éxodo de Egipto, bajo Josué, en el tiempo de los Jueces y de Samuel, bajo el reinado de David y de otros reyes piadosos del tiempo de Daniel; durante más de mil años los milagros acontecieron.
Pero, es dicho, los milagros fueron más necesarios los días del Cristianismo primitivo que más tarde. Pero, que decir sobre el poder del paganismo mismo estos días, dondequiera que el Evangelio busque el combatir? Es imposible admitir que los milagros hayan sido más necesarios para los paganos de Éfeso (Hechos 19:11,12) de lo que para los paganos de África los días de hoy.
Y que se pensemos sobre la ignorancia e incredulidad que reina en medio de las naciones Cristianas, no seremos inducidos a concluir que hay una necesidad de manifestar actos del poder de Dios para sostener el testimonio de los creyentes y para probar que Dios anda con ellos? Además del más, entre los propios creyentes, cuanta duda hay, cuanta flaqueza! Como la fe de ellos necesita ser despertada y estimulada por algunas pruebas evidentes de la presencia del Señor en medio de ellos! Una parte de nuestro ser consiste de carne y sangre; entonces, es en la carne y en la sangre que Dios quiere manifestar Su presencia.
A fin de probar que es la incredulidad de la Iglesia que ha hecho el don de cura desaparecer, veamos lo que la Biblia dice sobre él. No debe esto en los colocar frecuentemente en prevención contra la incredulidad, contra todo que pueda en los alejar o desviar de nuestro Dios? No nos muestra la historia de la Iglesia, la necesidad de esas advertencias? No nos suministra con numerosos ejemplos de adelantos retrógrados, de placeres mundanos, nos cuáles la fe enflaqueció en la exacta medida en que el espíritu del mundo tomó supremacía? Tal fe es solamente posible para quien vive en el mundo invisible.
2 Coríntios 5:7 (Porque andamos por fé, y no por vista)
Hasta el tercer siglo las sanidades por la fe en Cristo eran numerosas, pero los siglos siguientes ellos se hicieron más infrecuentes. ¿Acaso no sabemos por la Biblia que siempre es la incredulidad que impide los poderosos hechos de Dios? Oh, que podamos aprender a creer en las promesas de Dios! Dios no volvió atrás de Sus promesas; Jesús aún es Aquel que sana tanto el alma como el cuerpo; la salvación nos ofrece ahora, sanidad y santidad, y el Espíritu Santo está siempre pronto para en los dar algunas manifestaciones de Su poder. Hasta cuando preguntamos porque este divino poder ya no es frecuentemente visto, Él nos responde: “A causa de vuestra poca fe”. Mientras más que nos demos a nosotros mismos para experimentar personalmente la santificación por la fe, más experimentaremos también a sanidad por la fe. Esas dos doctrinas andan codo con codo. Mientras más el Espíritu de Dios vive y actúa en el alma de los creyentes, más los milagros se multiplicarán por los cuáles Él obra en el cuerpo. A través de eso, el mundo puede reconocer lo que la redención significa.

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