sábado, 19 de diciembre de 2009

EVANGELIZANDO APROPIADAMENTE

Por Sugel Michelen.

Una de las advertencias más serias que salieron de boca del Señor Jesucristo es la que encontramos en Mateo 7:21-23: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”.Muchos morirán engañados creyendo que son creyentes, descubriendo el engaño cuando sea demasiado tarde. Por eso debemos oponernos con todas nuestras fuerzas a métodos evangelísticos que puedan contribuir de alguna manera al auto engaño de esos muchos que piensan que son creyentes porque un día respondieron a la invitación de un predicador de levantar su mano y pasar al frente de la iglesia luego de un sermón.Como hemos visto en las tres entradas anteriores, venir a Cristo no tiene nada que ver con una acción física, sino más bien con un reconocimiento pleno de la realidad de nuestro pecado, así como del hecho de que Cristo es el único que puede salvarnos. Pero venir a Cristo requiere también que nos apropiemos de Él para que supla nuestra necesidad de salvación.De nada sirve saber que estoy necesitado, y que existe Alguien que puede llenar mi necesidad, si no acudo a apropiarme de adecuadamente de lo que ese Alguien ofrece.La invitación de Cristo a los pecadores es que vengan a Él para que se apropien de Él: “El que tiene sed, venga a mí y beba” (Jn. 7:37). “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna” (Jn. 6:54). No basta con estar cerca; debemos apropiarnos de Él, como nos apropiamos del líquido que bebemos y de la comida que comemos, de lo contrario no tendremos parte ni suerte en el reino de los cielos.Ahora bien, ¿cómo nos apropiamos de Cristo? Ya sabemos que tenemos una necesidad que sólo Cristo puede suplir; ahora debemos apropiarnos adecuadamente de Él. La pregunta es ¿cómo? ¿Cómo podemos apropiarnos de Cristo? Alguien ha dicho muy atinadamente que debemos hacerlo en una forma activa, inteligente y exclusiva.Veamos estos tres elementos por separado. En primer lugar, debemos apropiarnos de Cristo en una forma activa. Comp. Jn. 4:13-14; 6:35, 47, 51. Tres palabras o frases encontramos en esos textos que se intercambian continuamente: “Comer y beberse a Cristo”, “venir a Cristo” y “creer en Cristo”.Es indudable que estos conceptos apuntan hacia el mismo significado. Venir a Cristo es lo mismo que comerse a Cristo, y comerse a Cristo es lo mismo que creer en Cristo (comp. Jn. 7:37-38).Lo que ocurre al apropiarnos de Cristo por la fe es similar a lo que ocurre en el reino físico cuando nos apropiamos de la comida y la bebida. Hablar acerca de la comida no alimenta, ni tampoco escribir acerca de ella, o frotársela en el cuerpo. El alimento sólo beneficia al que se lo come. Y el comer involucra una acción consciente, activa y deliberada. Yo debo tomar los alimentos, llevarlos a la boca, triturarlos y tragarlos. Eso es comer, y ese precisamente es el símil que usa nuestro Señor Jesucristo para ilustrarnos cómo podemos apropiarnos de Él por medio de la fe.Así como la comida y la bebida deben ser recibidas en nuestros cuerpos, y tener una unión natural con nosotros para que pueda aprovecharnos, así también Cristo debe ser recibido en nuestras almas, y entrar en una íntima unión espiritual con nosotros, por medio de la fe.No basta con admirar a Cristo, o disertar acerca de Él. Debemos apropiarnos de Cristo por medio de la fe. Noten el énfasis que hace el Señor en todo el discurso del pan de vida en el acto de creer (6:28-29, 35-36, 40, 47).La fe es la acción consciente, activa y deliberada de descansar en Cristo, de confiar plenamente en Él. Alguien puede decir: “Ah, pero yo he oído que es Dios quien que da la fe”. Y ciertamente eso es lo que enseña la Biblia (Fil. 1:29; Hch. 18:27). Es Dios quien da la fe, pero somos nosotros los que creemos.Es lo mismo que ocurre con el arrepentimiento. Es Dios quien da el arrepentimiento (Hch. 11:18; 2Tim. 2:24-25), pero es el hombre el que se arrepiente.“Pero ¿cómo yo sé si Dios me ha dado la fe para creer, o la gracia del arrepentimiento para arrepentirme?”. En ningún lugar de la Biblia se nos pide que esperemos alguna señal que nos indique que Dios nos ha dado la gracia de la fe o del arrepentimiento para creer y arrepentirnos.La Biblia nos manda más bien que lo hagamos. Pablo dice en Hch. 17:30 predicando a los Atenienses que “Dios… ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan”. Este es un mandato universal de Dios.¿Tú entiendes que has pecado contra Dios? ¿Entiendes que has transgredido Su Ley? ¿Que no tendrás excusa alguna en el día del juicio? Entonces ven a Cristo, aprópiate de Él en una forma activa y deliberada, descansando completamente en Él para salvación.No se trata de sentarte a esperar que algo maravilloso te ocurra de repente. Eres tu quien debes venir a Cristo; eres tú el que debes apropiarse de Él por la fe; eres tu quien debes exponerse a los medios que Dios usa para dispensar la gracia que nos capacita para creer. La Biblia dice que la fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios.Como dice Juan Benton: “Otras personas pueden orar por usted, pero nadie puede hacer que usted sea cristiano. Llegar a ser cristiano… es un asunto entre usted y Jesucristo…, no tiene nada que ver con otra persona. ¿Lamenta usted su pecado? ¿Quiere acabar con el dominio del pecado en su vida? ¿Quiere ser salvo del juicio venidero? (Si es así, escucha lo que dice la Palabra de Dios al respecto): ‘Buscad a Jehová mientras pueda ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino… y vuélvase a Jehová…’. Eres tú quien debes buscar, quien debes llamar, quien debes dejar y volverte”.Me temo que muchos llegarán al infierno habiendo percibido durante sus vidas su necesidad espiritual y conociendo perfectamente la oferta del evangelio. Sabían que eran pecadores, y que en Cristo hay salvación para todo aquel que cree, pero no hicieron nada al respecto.Se sentaron a esperar que algo maravilloso ocurriera, y murieron esperando. Algunos, como el rico de la parábola, elevarán una oración demasiado tarde, cuando ya no hay nada que hacer para apropiarse de Cristo. Como dice Pablo en 2Cor. 6:2: “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de la salvación”.Es a eso que me refiero al decir que debemos apropiarnos de Cristo de una forma activa y deliberada. En una posterior diré algo más acerca de cómo nos apropiamos de Cristo en una forma inteligente y exclusiva.

jueves, 17 de diciembre de 2009

PAUL WASHER - DIOS TE AMA

JOHN OWEN - COMO SURGE UNA FALSA DOCTRINA


“En los tiempos cuando la iniquidad aumenta, las normas generales de la piedad entre el pueblo de Dios disminuyen y se debilitan. Esta declinación empezará con unos pocos creyentes que comiencen a volverse negligentes en sus deberes cristianos, descuidados y mundanos. Estos creyentes se sienten “libres” para seguir sus deseos pecaminosos. Quizás al principio, otros creyentes les condenarán y les redargüirán, pero después de un tiempo se conformarán a su mal ejemplo. Muy pronto los verdaderamente piadosos serán la minoría y los otros la mayoría. Debemos tomar muy en serio el siguiente principio: “Un poco de levadura, leuda toda la masa” (1 Corintios 5:6 y Gálatas 5:9).
¿Qué se necesita para cambiar completamente el ambiente moral de una iglesia? Sólo se necesita que unos cuantos creyentes de una buena reputación continúen en su declinación espiritual y que la justifiquen ante los demás. Pronto una multitud seguirá su mal ejemplo. Es más fácil seguir a los muchos para hacer mal (Éxodo 23:2) que mantenernos firmes a favor de la justicia.
El mismo principio es verdad en cuanto a las enseñanzas falsas. ¿Qué se necesita para cambiar la posición doctrinal de una iglesia? Todo lo que se necesita es que unos pocos creyentes de buena reputación aprueben y justifiquen la enseñanza falsa. No pasara mucho sin que la multitud comience a seguirle. Muy pocos creyentes se percatan de cuán fuerte es la tentación para seguir el ejemplo de otros.
En cada época los creyentes deberían aprender a no poner su confianza en los hombres “piadosos”, sino en la Palabra de Dios. Si somos humildes, consideraremos seriamente las opiniones y las prácticas de aquellos que tienen una reputación de ser piadosos. Sin embargo, si sus opiniones y prácticas son contrarias a la Palabra de Dios, no debemos seguir su ejemplo.
Hay una fuerte tentación de seguir el ejemplo de personas que tienen una buena reputación. Además, estos líderes del mal pueden dar “buenas razones” para defender sus opiniones y prácticas. ¿Está usted dispuesto a pensar por sí mismo? o ¿Permitirá que otros piensen por usted? Si es así, entonces usted será muy fácilmente desviado por las conclusiones falsas de otros.
El Nuevo Testamento sin lugar a dudas, da una enseñanza muy clara con relación a la libertad que los creyentes tienen en Cristo. Tristemente, no es difícil para algunos pervertir esta enseñanza. Poco a poco, pero ciertamente, las salvaguardas de la santa ley de Dios son quitadas, y la libertad cristiana es convertida en un pretexto para el pecado. Si los creyentes fueran a ver desde el principio hasta dónde les conducirá esta enseñanza, con horror le volverían la espalda. Pudiera ser que algunos de estos maestros no se percaten al principio de las consecuencias que sus enseñanzas les traerán. Al principio, su desviación pudiera parecer pequeña e insignificante. Sin darse cuenta, los maestros y sus seguidores se desvían cada vez mas de la verdad hasta que cambian la verdad de Dios por una mentira” (Romanos 1:25).
Ejemplo de todo esto es que hoy en día hay un número creciente de cristianos “profesantes” que están dispuestos a minimizar y a aun negar la condenación bíblica de las prácticas homosexuales. Esta es una ilustración moderna de esta advertencia. Otras ilustraciones de las desviaciones de los tiempos modernos son:
•Métodos y tácticas de evangelismo que no tienen ningún apoyo bíblico.
•La omisión en la predicación evangelística de la necesidad del arrepentimiento y la sumisión al Señorío de Cristo.
•La disminución de las normas bíblicas para la membrecía de la Iglesia y el descuido de la disciplina.
•La omisión o el abierto rechazo de doctrinas tan fundamentales como la predestinación; la depravación humana y la necesidad de una obra especial del Espíritu Santo para la genuina conversión.
•La falta de una enseñanza clara sobre las evidencias de la regeneración, y las normas bíblicas para el proceso de la santificación y la mortificación del pecado, etc.”
Aportes del libro “La Tentación” de John Owen.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

PAUL WASHER -MENSAJE EVANGELISTICO

UN MENSAJE URGENTE


Me siento obligado por el Espíritu Santo de mandar un mensaje urgente a todos los que están en nuestra lista de correo, y a los amigos y obispos que hemos conocido alrededor del mundo.
UNA CALAMIDAD QUE SACUDIRÁ AL MUNDO ENTERO ESTÁ PRONTA A SUCEDER. SERÁ TAN ATERRADORA, QUE TODOS VAMOS A TEMBLAR - AÚN LOS MÁS DEVOTOS ENTRE NOSOTROS.
Por diez años yo he estado advirtiendo que mil fuegos arderán en la ciudad de Nueva York. Engullirá a toda el área, incluyendo a Nueva Jersey y Connecticut. Las ciudades principales en toda América experimentarán disturbios e incendios – como vimos que sucedió en Watts, Los Ángeles, años atrás.
Habrá disturbios y fuegos en ciudades en todo el mundo. Habrá saqueos – incluyendo a Times Square, y la ciudad de Nueva York. Lo que estamos experimentando ahora no es una recesión, ni siquiera una depresión económica. Estamos bajo la ira de Dios. En el Salmo 11 está escrito,“Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el justo?” (v. 3).
Dios está juzgando los pecados atroces de América y de las naciones. Él está destruyendo los fundamentos seculares.
El profeta Jeremías le suplicó al Israel pecaminoso, “Así ha dicho Jehová: He aquí que yo dispongo mal contra vosotros, y trazo contra vosotros designios; conviértase ahora cada uno de su mal camino, y mejore sus caminos y sus obras. Y dijeron: Es en vano; porque en pos de nuestros ídolos iremos, y haremos cada uno el pensamiento de nuestro malvado corazón” (Jeremías 18:11-12).
En el Salmo 11:6, David advierte, “Sobre los malos hará llover calamidades; Fuego, azufre y viento abrazador será la porción del cáliz de ellos.” ¿Por qué? David respondió, “Porque Jehová es justo” (v. 7) Este es un juicio justo – igual que los juicios de Sodoma y de la generación de Noé.¿QUÉ HARÁN LOS JUSTOS? ¿QUÉ PASARÁ CON EL PUEBLO DE DIOS?
Primero, yo le daré una palabra práctica que recibí yo mismo. Si le es posible abastézcase de suministros de alimentos y cosas esenciales que puedan durar por treinta días. En las ciudades grandes, los mercados se vacían en una hora cuando hay alguna señal de desastre.
Y sobre nuestra reacción espiritual, sólo tenemos dos opciones. Esto está delineado en el Salmo 11. Podemos “escapar al monte cual ave.” O, como dice David, “Fijó sus ojos en el Señor sentado en su trono en el cielo – sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres” (v. 4). “En Jehová he confiado” (v. 1).
Yo le diré a mi alma: No hay necesidad de que corra… no hay necesidad de que me esconda. Este es un acto justo de Dios. Yo contemplaré a nuestro Señor en su trono, con su mirada tierna, misericordiosa y amorosa pendiente de cada paso que doy – confiando que él salvará a los suyos aún de los diluvios, fuegos, calamidades, pruebas, aflicciones de toda clase.
Nota: Yo no se cuándo sucederán éstas cosas, pero sé que no está distante. Le he descargado mi alma a usted. Haga con éste mensaje como le parezca.
Que Dios lo bendiga y lo guarde.
En Cristo,DAVID WILKERSON

martes, 15 de diciembre de 2009

LOS CRISTIANOS NO CONOCEN A DIOS - PAUL WASHER.

ELIGE BIEN TUS AMIGOS


Por J.C. Ryle.


Entiéndeme, no estoy hablando de conocidos. No estoy diciendo que no debes tener nada que ver con alguien que no es un verdadero cristiano. Tomar tal postura no es posible ni deseable en este mundo. Ser cristiano no requiere que nadie sea descortés. Pero sí te aconsejo que tengas mucho cuidado cómo escoges tus amigos. No brindes tu amistad a alguien sólo porque es inteligente, agradable, de buena casta, popular y bondadoso. Todas estas cosas serán muy buenas, pero no lo es todo. Nunca te satisfagas con la amistad de alguien que no es útil a tu alma.
Créeme, no subestimes la importancia de este consejo. Es imposible decir los daños causados por andar con compañeros y amigos inconversos. El diablo tiene pocas cosas mejores que esto para arruinar el alma del hombre. Dale esta ayuda, y le importará muy poco qué otra armadura tienes para protegerte contra él. Satanás sabe muy bien que tu buena educación, tu buena moralidad, los sermones, los libros, tu hogar cristiano, las cartas de tus padres, de poco te valdrán si te juntas con amigos inconversos. Puede que resistas mu-chas tentaciones directas, que no caigas en trampas comunes, pero empieza a andar con malas compañías, y con esto, él quedará satis-fecho. 2 Samuel 13 contiene la horrible y malvada conducta del príncipe Amnón con Tamar, y encontramos al principio del relato estas palabras: “Y Amnón tenía un amigo que se llamaba Jonadab… hombre muy astuto” (2 Samuel 13:3).
Recuerda que todos somos criaturas que imitamos: el precepto podrá enseñarnos, pero es el ejemplo lo que seguimos. Esto se aplica a todos nosotros. Siempre estamos dispuestos a adoptar los modos o las costumbres de aquellos con quienes vivimos, y cuanto más los queremos, más dispuestos estamos. Sin que nos demos cuenta, influyen sobre nuestros gustos y opiniones. Gradualmente abandonamos lo que a ellos no les gusta y adoptamos lo que a ellos les gusta, para quedar bien con ellos. Y lo peor de todo es que adoptamos sus malas costumbres mucho más pronto que sus costumbres buenas y sanas. La salud, desgraciadamente, no es contagiosa, pero muchas enfermedades lo son. Es mucho más fácil contagiarnos un resfrío que contagiarle a otro felicidad. Y de la misma manera, es más fácil debilitar la fe de alguno con nuestra actitud que hacerla crecer.
Joven, te pido que atiendas mi consejo. Antes de dejar que alguien sea tu constante compañero, antes de que te acostumbres a contarle todo, a recurrir a él con todos tus problemas y todas tus alegrías, piensa en lo que he estado diciendo. Y pregúntate: “¿Será ésta una amistad provechosa para mí o no?”
“No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15:33). Quisiera que este texto estuviera escrito en tu corazón con la misma claridad con que está escrita en la Biblia.. Los buenos amigos son una de nuestras más grande bendiciones. Pueden impedirnos que caigamos en muchos males, impulsarnos en nuestro curso, dar un consejo en el momento preciso, impulsarnos hacia arriba y adelante. Pero un mal amigo es positivamente una mala influencia, un peso que continuamente nos jala hacia abajo, y nos encadena a este mundo. Frecuenta la compañía de alguien que no es del Señor, y lo más probable es que terminarás como él. Esa es la consecuencia general de tales amistades. Los buenos descienden al nivel de los malos, pero los malos no suben al nivel de los buenos. Aun una piedra se rompe con un continuo goteo de agua. El conocido proverbio dice la verdad: “Dime con quién andas y te diré quién eres”.
Enfatizo mucho este punto porque tiene que ver, más de lo que parece a primera vista, con tus perspectivas en la vida. Si te casas, es más probable que escojas una mujer entre las conocidas por los amigos con quienes andas. Si Jeroboam, hijo de Josafat, no hubiera entablado una amistad con la familia de Acab, lo más seguro es que no se hubiera casado con la hija de Acab. ¿Y quien puede estimar la importancia de escoger correctamente nuestra pareja matrimonial? Es un paso que según un dicho antiguo: “O hace al hombre o lo deshace”. Tu felicidad en esta vida y la siguiente puede depender de ello. Tu esposa ayuda a tu alma o la daña: no hay una opción intermedia. Avivará la llama de la religión en tu corazón, o aventará agua helada en esa llama y la apagará. Ella será alas o cadenas, las riendas o las espuelas a tu cristiandad, según sea su carácter. Aquel que encuentra una buena esposa “encuentra verdaderamente cosa buena,” pero si quieres encontrar una buena, ten cuidado cómo escoges tus amigos.
¿Me preguntas qué clase de amigos debes escoger? Escoge amigos que beneficien tu alma, amigos que realmente puedas respetar, amigos que quisieras tener junto a ti en tu lecho de muerte, amigos que viven la Biblia y no tienen miedo de hablar de ella contigo, amigos de los cuales no te avergonzarás cuando venga Cristo, y llegue el Día del Juicio. Sigue el ejemplo que el salmista te muestra cuando dice: “Compañero soy yo de todos los que te temen y guardan tus mandamientos” (Salmo 119:63). Y recuerda las palabras de Salomón: “El que anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado” (Proverbios 13:20). Dalo por hecho que andar en malas compañías en tu vida ahora es la manera segura de conseguir peores compañías en la vida venidera.

Fragmento tomado del libro PENSAMIENTOS PARA HOMBRES JÓVENES de J.C. Ryle

PAUL WASHER - EL GOZO VIENE DE CRISTO NO DE TUS OBRAS

LA PASION DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO


Por Juan Calvino.


"Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú" (Mateo 26:36-39).
Cuando las Escrituras nos hablan de nuestra salvación nos presentan tres propósitos. Uno es que reconozcamos el inapreciable amor que Dios nos ha mostrado, de manera que él sea glorificado por nosotros de acuerdo a cómo él lo merece. Otro es que detestemos de tal manera nuestros pecados como corresponde, y que estemos suficientemente avergonzados como para humillarnos ante la majestad de nuestro Dios. El tercero, que valoremos de tal manera nuestra salvación que ella nos haga renunciar al mundo y a todo lo que pertenece a esta vida frágil, y que nos regocijemos con aquella herencia que por semejante precio ha sido adquirida para nosotros. Esto es en lo cual debemos fijar nuestra atención y a lo cual debemos aplicar nuestra mente cuando se nos menciona de cómo el Hijo de Dios nos ha redimido de la muerte eterna adquiriendo para nosotros la vida celestial. Entonces, en primer lugar, debiéramos aprender a dar a Dios la alabanza que merece. En efecto, bien hubiera podido rescatarnos de otra manera de las profundidades insondables de la muerte, pero quiso exhibir los tesoros de su infinita bondad no escatimando a su único Hijo. Y, en este sentido, nuestro Señor Jesucristo quiso darnos una garantía segura del cuidado que tuvo de nosotros al ofrecerse voluntariamente para la muerte. Porque nunca seremos agudamente impactados ni se encenderá nuestra alabanza a Dios si por otra parte no examinamos nuestra condición, viendo que estamos como hundidos en el infierno y sabiendo lo que significa haber provocado la ira de Dios y de tenerlo a él como a un enemigo mortal y como a un juez tan terrible y espantoso que sería mucho mejor que el cielo y la tierra y todas las criaturas conspirasen contra nosotros antes que acercarnos a su majestad mientras ella nos es desfavorable. Entonces es sumamente necesario que los pecadores tengan el corazón quebrantado con un sentimiento y un entendimiento en cuanto a sus faltas; es necesario que reconozcan ser peores que desdichados, de manera que se horroricen ante su condición para que de esa manera puedan saber cuan endeudados y obligados están para con Dios, viendo que ha sido piadoso con ellos, que los ha visto en desesperación y que ha sido suficientemente bueno para ayudarlos; no por ver alguna dignidad en ellos, sino únicamente porque los ve en su desdicha. Ahora, el hecho también es que (como hemos dicho), por estar rodeados de demasiadas cosas aquí abajo, cuando Dios nos ha llamado somos retenidos por nuestro afecto y codicia, de modo que es necesario apreciar como corresponde, la vida celestial, para que podamos saber a qué gran precio ella fue comprada para nosotros.
Y es por eso que aquí se nos dice que nuestro Señor Jesucristo no solamente estuvo dispuesto a sufrir la muerte ofreciéndose él mismo como un sacrificio para apaciguar la ira de Dios su Padre, sino que, a efectos de poder ser verdadera y completamente nuestra garantía, no se rehusó a soportar las agonías que están preparadas para todos aquellos que se sienten amonestados por su conciencia y que en la presencia de Dios se sienten culpables de muerte y condenación eterna. Entonces, notemos bien que el Hijo de Dios no se conformó con solamente ofrecer su carne y sangre y de sujetarlos a la muerte, sino que quiso aparecer plenamente ante el trono de juicio de Dios su Padre en el nombre y la persona de todos los pecadores, dispuesto a ser condenado en la misma medida en que también llevó nuestras cargas. Y ya no tenemos por qué avergonzarnos, puesto que el Hijo de Dios se expuso a sí mismo a semejante humillación. No es sin causa que San Pablo nos exhorte por medio de su ejemplo, a no avergonzarnos de predicar la cruz; sin importar cuan necia pueda ser para algunos y una piedra de tropiezo para muchos. Porque cuanto más se humilló nuestro Señor Jesús tanto más vemos que las ofensas por las cuales estábamos en deuda ante Dios no podían ser abolidas a menos que él fuese humillado en forma extrema. Y, en efecto, sabemos que él fue hecho débil para que nosotros pudiésemos ser fortalecidos por su virtud, y que él ha estado dispuesto a llevar todos nuestros sufrimientos, exceptuando el pecado, a efectos de estar preparad hoy para ayudarnos. Porque si en su persona no hubiera sentido los temores, las dudas y los tormentos que nosotros soportamos, no estaría tan dispuesto a ser piadoso con nosotros. Se dice que la persona que ignora lo que es hambre y sed no será conmovida por la compasión o humanidad hacia aquellos que lo sufren, porque siempre habrá tenido su comodidad viviendo en sus placeres. Pero ahora es cierto que Dios, aunque no sufre ninguna de nuestras pasiones en su naturaleza, no deja de ser humano con nosotros por el hecho de ser la fuente de toda bondad y misericordia. Sin embargo, para que tengamos la seguridad de que nuestro Señor Jesús conoce nuestras debilidades, a efectos de aliviarnos de ellas, y para que nosotros podamos venir más osadamente a él y para que podamos hablarle con más familiaridad, el apóstol dice que por eso estuvo dispuesto a ser tentado como nosotros.
Hemos de notar entonces, en el texto que hemos leído que cuando nuestro Señor Jesucristo vino a la aldea de Getsemaní, y al Monte de los Olivos, era para ofrecerse él mismo como un sacrificio voluntario. Y de esa manera quiso cumplir el oficio y el cargo que le habían sido encomendados. Pues, ¿por qué adoptó nuestra carne y naturaleza, sino para ofrecer reparación por todas nuestras rebeliones por medio de su obediencia, a efectos de adquirir para nosotros una justicia plena y perfecta ante Dios su Padre? E incluso vino, él mismo, para presentarse a la muerte, porque no podemos ser reconciliados ni podemos apaciguar la ira de Dios, provocada por nuestro pecado, sino mediante la obediencia suya.
Este es, entonces, el motivo por el cual el Hijo de Dios vino osadamente al lugar donde sabía que Judas le hallaría. De esta manera también aprendemos que era necesario, puesto que nuestro padre Adán nos arruinó a todos con su rebelión, que el Hijo de Dios, poseedor de un control soberano sobre todas las criaturas, debía sujetarse y adoptar la condición de un siervo, puesto que también es llamado siervo de Dios y de todos los suyos. Y es por ese motivo también que San Pablo, demostrando que necesitamos tener algún apoyo para invocar a Dios en plena confianza de ser oídos como hijos suyos, dice que por la obediencia de nuestro Señor Jesucristo somos reconocidos como justos. Porque ella es corno un manto para cubrir todos nuestros pecados y ofensas, de manera que lo que podía impedirnos la obtención de gracia no es tenido en cuenta en la presencia de Dios. Pero, por otra parte, vemos que el precio de nuestra redención es muy alto cuando nuestro Señor Jesucristo está en tal agonía, al extremo de atravesar los terrores de la muerte, ciertamente, al extremo de que su sudor es como gotas de sangre con las cuales está como fuera de sí, pidiendo, si fuera posible, poder escapar de semejante angustia. Viendo esto es suficiente para hacernos conocer nuestros pecados. Cuando vemos que el Hijo de Dios está hundido en una situación tan extrema, que aparentemente está en el fondo del abismo, no existe la posibilidad de arrullarnos con zalamerías hasta hacernos dormir. Si aquello hubiera ocurrido simplemente a una persona justa, quizá seríamos tocados, por supuesto, porque era necesario que un pobre inocente soportara por nuestra expiación lo que le ocurrió al Hijo de Dios. Pero aquí está él, la fuente de la vida, quien se sujeta a sí mismo a la muerte. Aquí está aquel que con su poder sostiene al mundo entero y a ese extremo es hecho débil. Aquí está aquel que rescata a todas las criaturas de todo temor, y él tiene que soportar semejante horror. Entonces, cuando se nos declara esto seríamos más que estúpidos si cada uno no meditásemos en ello, y si, disgustados por nuestras faltas e iniquidades, no estaríamos avergonzados delante de Dios, jadeando y gimiendo, y si por este medio no fuésemos llevados a Dios con auténtico arrepentimiento.
Ahora, es imposible que los hombres sean correctamente convertidos a Dios si no son condenados en sí mismos y si no han admitido tanto el terror como la agonía de la madición que les es preparada hasta tanto hayan sido restaurados a la gracia con Dios. Pero otra vez, para comprender mejor la totalidad se dice que nuestro Señor Jesús tomó solamente a tres de sus discípulos dejando a la compañía a buena distancia, y, nuevamente, aquellos tres no fueron todo el camino con él, sino que él oró secretamente a Dios su Padre. Viendo esto tenemos que notar que nuestro Señor Jesús no tuvo compañero al ofrecerse a sí mismo como un sacrificio por nosotros, sino que él sólo completó y realizó aquello que se requería para nuestra salvación. E incluso esto nos es indicado de una manera mejor cuando los discípulos están durmiendo y no pueden ser despertados a pesar de haber sido advertidos tantas veces de que se acercaba la hora en que nuestro Señor Jesús tendría que sufrir por la redención de la humanidad. Durante tres o cuatro horas los había exhortado, no dejando de declararles que su muerte se estaba acercando. Por muy cierto que todo ello pueda ser, ellos no dejan de dormir. En esto se nos muestra un cuadro vivo de que era sumamente necesario que el Hijo de Dios llevase todas nuestras cargas, porque no podía esperar ninguna otra cosa. Y ello es para que nuestra atención pueda fijarse de manera de no divagar en pensamiento, como vemos que ocurre con los pobres incrédulos que no pueden fijar su atención en el Señor Jesucristo, sino que creen tener necesidad de patronos y abogados como si existiesen muchos redentores. Incluso vemos las blasfemias, que son la regla en este papado malvado, de que los méritos de los santos son para ayudar a la muerte y pasión de nuestro Señor Jesucristo para que por este medio seamos librados y absueltos delante de Dios. Ellos dicen, aunque hubiese habido remisión general en cuanto a la culpa del pecado original como también de pecados cometidos; aun así debe haber un agregado y la sangre de Jesucristo no es suficiente a menos que sea suplementada por la sangre de los mártires, y es preciso que tengamos nuestro refugio en ellos a efectos de tener el favor de Dios. Cuando el diablo se ha desencadenado de tal manera tenemos que ser tanto más cuidadosos para permanecer firmes a nuestro Señor Jesucristo, sabiendo que solamente en él tenemos que encontrar la perfección plena de slavación. Y es por eso que se dice en forma notable por medio del profeta Isaías que Dios se maravilló viendo que en ninguna otra parte había ayuda.
Ahora, es cierto que Dios sabía muy bien que solamente él tenía que perfeccionar nuestra salvación, pero es para que nosotros nos avergoncemos y que no seamos hipócritas como si hubiésemos traído algo para ayudar en la remisión de nuestros pecados y para hacer que Dios nos reciba en su gracia y amor, de manera que no corramos de un lado a otro para hallar mediadores. A efectos de que cualquier idea semejante sea desterrada se dice que Dios ha utilizado su propio brazo, y que lo ha completado todo por su justicia, y que no ha encontrado a nadie para ayudarle. Ahora, esto nos es declarado con extrema claridad al decir que tres de los discípulos, aquellos que eran la flor y nata de todos, estaban durmiendo allí cual pobres bestias y que no hubo nada en ellos sino bruta estupidez; no hubo en ellos sino monstruosidad contra la naturaleza al ver que dormían en un momento tan fatal. Luego, para que nuestra confianza sea quitada de toda criatura y centrada enteramente en nuestro Señor Jesucristo, se dice que él avanzó hacia el combate. Además, dirigiéndose a Dios su Padre nos muestra muy bien el remedio para aliviar y todas nuestras agonías, para suavizar nuestros dolores, y aun para elevarnos por encima de ellos, aún cuando realmente estamos hundidos debajo de ellos. Porque si estamos atribulados y en agonía sabemos que no en vano Dios es llamado Padre de Consolación. Entonces, si somos separados de él, ¿adonde hallaremos fuerza sino en él? Vemos sin embargo, que él no quiso escatimarse a sí mismo cuando lo hemos necesitado. De manera que es el Hijo de Dios quien nos guía por medio de su ejemplo al verdadero refugio cuando estamos en dolor y agonía.
Pero notemos también la forma de oración que utiliza: "Padre, si es posible, que este cáliz sea quitado de mí," o esta bebida, porque es una figura del lenguaje la que usa al hablar ya sea de una copa o de un vaso o de un cáliz; esto es tanto más cierto teniendo en cuenta que las Escrituras llaman bebida amarga a las aflicciones para que podamos saber que ninguna cosa ocurre por casualidad. En cambio, Dios distribuye, como un padre de familia a cada uno de sus hijos su porción, o como un patrón a sus siervos. De esa manera Dios demuestra que procede de él y de su mano cuando ellos son abatidos y afligidos, y que también al recibir buenas cosas, que las mismas proceden de su bondad inmerecida y que él nos da tanto como quiere darnos. Ahora, de acuerdo a esta forma de proceder, nuestro Señor Jesús dice que la muerte le es una bebida tan amarga que preferiría que fuese quitada de él, es decir, "si fuese posible." Es cierto que aquí uno podría formular muchas preguntas, porque parecería que por un instante Jesucristo se olvidó de nuestra salvación, o peor aún, que al huir de la lucha quiso dejarnos en un estado de perdición a cuenta del terror que experimentaba.
Ahora bien, esto parecería no concordar con lo que hemos dicho. E incluso el amor que nos ha demostrado sería oscurecido en gran manera. Pero no nos hace falta comenzar una disputa tan sutil, porque sabemos que a veces el sufrimiento arrebata de tal manera el espíritu del hombre que éste ya no piensa en nada; está tan oprimido por el sufrimiento actual que se deja hundir sin considerar los medios para restaurarse a sí mismo. Entonces, si temporalmente estamos así fuera de nosotros mismos, ello no significa que todo lo demás ha sido borrado completamente de nuestro corazón y que ya no poseemos sentimientos. Por ejemplo, aquel que piensa en alguna aflicción de la iglesia, especialmente en una aflicción particular, orará a Dios como si el resto del mundo no le importara. Ahora bien, ¿acaso ello significa que se ha vuelto inhumano y que ya no se preocupa por sus hermanos que también tienen necesidad de sus oraciones? De ninguna manera, sino que este sentimiento lo impulsa con tal vehemencia que por un tiempo para él todo lo demás no le afecta. Moisés pide ser quitado del libro de la vida. Si quisiéramos hilar fino al respecto diríamos que hablando de esa manera Moisés blasfemó contra Dios, como si Dios cambiase. Porque aquellos que Dios ha elegido para vida eterna jamás pueden perecer. Así que aquí Moisés aparentemente lucha contra Dios y quiere asemejarlo a nosotros, porque nuestro consejo y conversación cambian con frecuencia. Además, ¿qué honor le rinde a Dios sabiéndose uno del número de los elegidos, y sabiendo que Dios lo ha marcado desde la infancia para estar entregado a una misión tan excelente como la de ser un líder del pueblo de Dios, y ahora, no obstante, pide ser rechazado y exterminado por Dios? Y todo ello, ¿a qué conduciría? Entonces uno podría argumentar prolongadamente. Pero la solución es fácil porque Moisés, teniendo un celo tan ardiente por la salvación de su pueblo, viendo además la horrible amenaza pronunciada por la boca de Dios, por un breve momento y por un minuto se olvida de sí mismo pidiendo solamente que Dios ayude a su pueblo. A ese estado mental había sido llevado nuestro Señor Jesús. Porque si le hubiera sido necesario sufrir cien muertes, incluso un millón, es cierto que previamente habría sido preparado. Pero ahora él está dispuesto, no tanto por sí mismo, como por nosotros, a soportar las agonías que lo precipitan a ese límite que aquí vemos. Suficiente para el punto uno.
Ahora, en cuanto al segundo. Si alguien pregunta cómo Jesucristo, que es enteramente justo, que ha sido el Cordero sin mancha, y que incluso ha sido la regla y el espejo de toda justicia, santidad y perfección, tiene un deseo contrario al de Dios, la respuesta es que Dios tiene toda perfección y justicia en sí mismo. Los ángeles, en cambio, por mucho que se conformen a la voluntad de Dios siendo enteramente obedientes a él, no obstante, tienen una voluntad aparte. Porque siendo ellos criaturas pueden tener sentimientos que por derecho no pertenecen a Dios. En cuanto a nosotros, tan rodeados por esta masa de pecado, estamos tan cargados que nos encontramos muy lejos de la voluntad de Dios. Porque en todos nuestros apetitos hay algún exceso, inclusive con frecuencia hay manifiesta rebelión. Pero si consideramos al hombre en su integridad, es decir, sin esta corrupción del pecado, nuevamente es cierto que tendrá sus sentimientos muy lejos de Dios, y, sin embargo, no por ese motivo serán pecaminosos. Como cuando Adán aun no había sido pervertido y cuando aun persistía en el estado y condición en que había sido creado, ocurría que era tanto caliente como frío y debía soportar tanto las ansiedades y temores como otras cosas semejantes.
Así fue con nuestro Señor Jesucristo. Sabemos que en todos sus sentimientos no tuvo mancha ni defecto, que en todas las cosas fue guiado por la obediencia a Dios, pero con todo ello no estuvo excepto (porque había tomado nuestra naturaleza) de ser expuesto tanto al temor, y a ese terror del cual ahora se habla, y a ansiedades y a cosas semejantes. No estamos capacitados a percibir esto en nosotros mismos, como que en aguas turbias no se puede distinguir nada. De modo que los sentimientos humanos nos llevan de un lado a otro para darnos emociones tales que necesitamos ser restingidos por Dios. Pero sentimientos como los que tienen los hombres, habiendo descendido de Adán, son como una llaga donde la infección es cada vez más contaminada, de manera que no podemos contemplar lo que tiene que haber sido esta pasión de nuestro Señor Jesucristo si la juzgamos por medio de nosotros mismos. Porque, aunque tengamos un buen propósito y un sentimiento recto en sí mismo y aprobado por Dios, con todo, siempre nos falta algo. ¿Acaso no es algo bueno y santo que un padre ame a sus hijos? Y allí mismo volvemos a pecar. Porque nunca existe la regla y moderación que se requiere. Porque, cualesquiera sean las virtudes en nosotros, Dios nos muestra pecado en ellas para que todo orgullo sea más humillado y que nuestra ocasión sea tanto mayor de inclinar nuestras cabezas, y aun de ser turbados por la vergüenza, viendo que aun lo bueno está corrompido por el pecado que mora en nosotros y del cual estamos llenos en exceso.
Además, en cuanto concierne a nuestro Señor Jesucristo (como ya lo he dicho) no debe sorprendernos que él haya tenido (puesto que era hombre) una voluntad diferente a la de Dios su Padre, pero no por eso hemos de juzgar que aquí hubo algún pecado o trasgresión en él. Y veamos, incluso en esto (como ya lo hemos notado) el inestimable amor que tuvo hacia nosotros cuando para él la muerte era tan terrible, y que, sin embargo, por su buena voluntad se sometió a ella. Y si no hubiese sentido ninguna repugnancia ante ella, y si hubiera bebido aquella copa sin reservación alguna, sin percibir ninguna amargura en ella, ¿qué clase de redención habría sido? Nos parecería que todo ello habría sido teatro, pero si ocurre que nuestro Señor Jesucristo soportó semejantes agonías, ello es una señal de habernos amado a tal extremo que incluso se olvidó de sí mismo sufriendo de tal modo que toda la tormenta cayó sobre su cabeza para que nosotros pudiéramos ser librados de la ira de Dios.
Ahora todavía hay que notar que cuando el Hijo de Dios agonizaba de tal manera no era porque tenía que dejar el mundo. Porque si hubiera sido únicamente la separación del cuerpo y alma, con los tormentos que tuvo que soportar en su cuerpo, no se habría sentido oprimido a tal extremo. Debemos, en cambio, observar la calidad de su muerte e incluso identificar su origen. Porque la muerte no es solamente para disolver al hombre, sino para hacerle sentir la maldición de Dios. Además del hecho de que Dios nos saca de este mundo, y que somos como aniquilados con respecto a esta vida, la muerte es para nosotros como una entrada al abismo del infierno. Nosotros seríamos separados de Dios y despojados de toda esperanza de salvación cuando la sentencia de muerte es pronunciada sobre nosotros, excepto que tengamos este remedio: que nuestro Señor Jesucristo la soportó por amor a nosotros para que ahora la herida que allí había no sea fatal. Porque sin él estaríamos tan aterrorizados por la muerte que ya no habría esperanza de salvación en nosotros, pero ahora su aguijón ha sido truncado. Incluso su ponzoña ha sido limpiada de tal manera que en el día de hoy, la muerte al humillarnos, nos sirve de medicina y ya no es fatal. Porque ahora Jesucristo ha tragado todo el veneno que había en ella.
Esto es entonces lo que tenemos que recordar, que el Hijo de Dios al exclamar: "Padre, si es posible, que esta copa pase de mí," no solamente considera lo que tenía que sufrir en su cuerpo, ni la desgracia de los hombres, ni el hecho de dejar la tierra (porque ello era suficientemente fácil para él); en cambio considera el hecho de estar delante de Dios y delante de su trono de juicio para responder por todos nuestros pecados, el hecho de ver allí todas las maldiciones de Dios listas para caer sobre nosotros. Porque, si solamente hubiese un pecador, ¿cuál sería la ira de Dios? Cuando dice que Dios está contra nosotros, que quiere exhibir su poder para destruirnos, ¡Ay! ¿Adonde estamos entonces? Ahora Jesucristo no solamente tuvo que luchar contra semejante terror, sino también contra todas las crueldades que uno podría inflingir. Entonces, cuando vemos que Dios emplaza a todos aquellos que han merecido la condenación eterna y que son culpables de pecado, y viendo que él está allí para pronunciar la sentencia que ellos se han merecido, ¿quién no concebiría en medida plena todas las dudas y terrores que podría haber en cada uno? ¡Y qué profundidad habrá en ello! Ahora, fue necesario que nuestro Señor Jesucristo sólo, sin ayuda, sostenga semejante carga. Entonces, juzguemos el dolor del Hijo de Dios conforme a su verdadera causa. Volvamos ahora a aquello que hemos discutido antes, que por una parte comprendamos cuan costosa fue nuestra salvación para él, y cuan preciosas le fueron nuestras almas cuando estuvo dispuesto a ir a semejante extremo por amor de nosotros; y, sabiendo lo que merecíamos, consideremos lo que habría sido nuestra condición si no hubiéramos sido rescatados por él. Y regocijémonos aún porque la muerte ya no tiene poder sobre nosotros para herirnos.
Es cierto que siempre tenemos un temor natural de la muerte, y que huimos de ella, pero ello es para hacernos pensar en este inestimable beneficio que ha sido adquirido para nosotros por medio de la muerte de nuestro Señor Jesucristo ha provisto de tal manera para todos esos temores que en medio de la muerte podemos presentarnos delante de Dios con la cabeza levantada. Es cierto que ante todo debemos humillarnos, como ya lo hemos dicho, y que ello es muy importante para que odiemos a nuestros pecados y para estar disgustados con nosotros mismos, a efectos de ser tocados por el juicio de Dios y estar atemorizados por él. Pero aun así, cuando Dios nos llama a su presencia hemos de levantar la cabeza. ¡Y este también es el coraje dado a todos los creyentes! Así vemos cómo San Pablo dice que Jesucristo ha preparado una corona para todos los que esperan en su venida. Entonces, si al venir ante el Juez celestial ya no tenemos esperanza de vida, ciertamente seremos rechazados por él, y él no nos conocerá, que incluso nos desheredará sin importar cuánta profesión de cristianismo hagamos.
Ahora, no podemos esperar realmente en nuestro Señor Jesucristo si no hemos entendido y estamos persuadidos de que él ha combatido de tal manera los terrores de la muerte que por ello nosotros somos librados de los mismos y que la victoria ha sido ganada para nosotros. Y aunque tengamos que luchar para que sintamos nuestras debilidades, para que busquemos refugio en Dios, para conducirnos siempre a una auténtica confesión de nuestros pecados, de modo que solamente Dios sea justo, no obstante es cierto que Jesucristo ha luchado de tal manera que ha ganado la victoria, no para sí mismo, sino para nosotros. Y nosotros no tenemos que dudar que por medio de él ahora podemos vencer todas las ansiedades, todos los temores, todos los desmayos, y que podemos invocar a Dios seguros de que sus brazos siempre están extendidos para recibirnos en su presencia.
Eso es entonces lo que tenemos que considerar: para que sepamos que no es una enseñanza especulativa de que nuestro Señor Jesús soportó los horribles terrores de la muerte, puesto que sintió que estuvo allí delante de nuestro Juez y que él fue nuestra garantía, para que hoy nosotros podamos, en virtud de su lucha, triunfar sobre toda nuestra debilidad y persistir constantemente en invocar el nombre de Dios, no dudando un solo instante de que él nos oye, y que su bondad siempre está dispuesta a recibirnos en su presencia y que por este medio nosotros pasemos tanto por la vida y la muerte, por el agua y el fuego, y sintamos que no es en vano que nuestro Señor Jesús combatió para ganar esa victoria para todos aquellos que en fe han venido a él. Esto es entonces, en una palabra, lo que tenemos que tener en mente.
Ahora, sin embargo, vemos cómo debemos luchar contra nuestros sentimientos, y a menos que lo hagamos nos es imposible mover un solo dedo sin provocar en medida plena la ira de Dios. Porque, vean a nuestro Señor Jesucristo, que es puro y entero, tal como ya lo hemos declarado. Si uno pregunta cuál fue su voluntad, es cierto que la misma fue débil como la voluntad de un hombre, pero no fue pecaminosa como la voluntad de aquellos que están corrompidos en Adán, puesto que en él no hubo mancha alguna. He aquí entonces, un hombre que está exento de todo pecado. Pero, por más que sea así, todavía es necesario que él se anule a sí mismo y que se esfuerce hasta el límite y que finalmente renuncie a sí mismo y que ponga todo ello debajo de sus pies a efectos de rendir obediencia a Dios su Padre. Ahora veamos lo que será de nosotros. ¿Cuáles son nuestros sentimientos? Todos los que batallan contra Dios son enemigos, como dice San Pablo. Dios dice aquí que todos juntos somos perversos y que todo lo que el hombre puede imaginar no es sino falsedad y vanidad. Incluso desde la infancia demostramos estar arraigados en la completa infección del pecado. Aunque la malicia no es aparente en los niñitos que vienen al mundo, no siempre dejan de ser pequeñas serpientes llenas de ponzoña, malicia y desdén. En esto realmente reconocemos lo que hay desde el principio en nuestra naturaleza. Y cuando hemos llegado a ser adultos, ¿qué es de nosotros entonces? Somos (como ya he dicho) tan malos que no sabemos cómo concebir un solo pensamiento que al mismo tiempo no sea una rebelión contra Dios, de manera que no sabemos si dedicarnos a esto o a aquello, puesto que siempre somos apartados de la verdadera norma, aun cuando no lleguemos a producir, en forma provocativa un choque con Dios. Entonces, ¡qué tremenda lucha se requiere para traernos de vuelta al bien! Cuando vemos que nuestros Señor Jesús, en quien no hubo sino integridad y rectitud, tuvo que sujetarse a Dios su Padre, al extremo de renunciar a sí mismo, ¿acaso no será importante que nosotros también nos entreguemos enteramente a ello?
De manera entonces, aprendamos a luchar con más valentía. Pero viendo que no podemos, y que más bien todos nuestros poderes y facultades tienden al mal, y que en nuestra naturaleza no hay una sola partícula de bien, y que es tan grande nuestra debilidad que seríamos conquistados cien veces por minuto, viendo esto venimos a él que fue hecho débil para que nosotros pudiésemos ser llenados con su poder, según lo afirma San Pablo. Además esto es así, nuestro Señor Jesucristo ha renunciado de tal manera a sí mismo para que nosotros pudiéramos aprender que para ser sus discípulos debemos hacer lo mismo. Viendo que por nosotros mismos no somos capaces de triunfar en esto, sino que siempre tendemos a tomar el camino equivocado, oremos que por la virtud de su Espíritu Santo él gobierne en nosotros para hacernos fuertes. Como está dicho, él sufrió en la debilidad de su carne, pero por la virtud de su Espíritu fue levantado de los muertos a efectos de que nosotros podamos ser hechos partícipes de la lucha que él sostuvo, y para que podamos comprender el efecto y la excelencia de su poder en nosotros. Entonces, en resumen, esto es lo que tenemos que recordar cuando dice que Cristo renunció a toda su voluntad para someterse plenamente a Dios su Padre.
No obstante, siempre tenemos que recordar que el Hijo de Dios no se ofrece aquí para ser solamente un ejemplo y un espejo, sino que quiere mostrarnos qué precio precioso le ha costado nuestra salvación. Porque el diablo, queriendo oscurecer la infinita gracia de Dios, la cual nos fue revelada en nuestra redención, ha dicho que en realidad Jesucristo solamente fue un modelo de toda virtud. Vean ustedes lo que charlan los quejumbrosos impostores de la sede papal. No solamente desconocen cómo deducir lo que significa obediencia, ni lo que es auto-renunciamiento, sino que afirman que el relato de los evangelistas es para que nosotros podamos seguirle a él, y ser conformados a él. Ahora, ciertamente, eso es algo, pero ello no es todo, y ello tampoco es la cosa principal. Porque bien se podría haber enviado a un ángel para que le siguiéramos a él; pero cuando Jesucristo fue el Redentor del mundo, se sometió y fue sujetado por su propia voluntad a aquella condición tan miserable que ahora vemos aquí. Siempre tenemos que reconocer que en nosotros no encontramos nada que pueda darnos esperanza de salvación. Y por eso tenemos que buscar en él lo que nos hace falta. Porque nunca podremos obtener mendigos a Jesucristo, y ello no puede ocurrir hasta que no hayamos reconocido nuestra pobreza e indigencia, en resumen, de que carecemos de todo.
Esto es, entonces, lo que tenemos que tener en mente, para que habiendo oído que toda la perfección de nuestra vida es para hacernos obedientes a Dios, y para que luego renunciemos a nuestros sentimientos y pensamientos y para que toda nuestra naturaleza se conforme a él. Además, habiendo oído que tenemos que pedir a Dios todo aquello que no poseemos, hemos de saber que nuestro Señor Jesucristo no solamente nos es dado a modo de ejemplo, sino que nos ha declarado plenamente que si somos separados de él nuestra vida será necesariamente maldecida. Y hemos de saber que en la muerte, cuando veamos la profundidad de la miseria y el abismo de la ira de Dios dispuesta a tragarnos, y que no seremos apresurados por solamente un terror, sino por un millón, que todas las criaturas clamarán venganza contra nosotros. Entonces, es preciso que sintamos todo ello, a efectos de reconocer nuestros pecados y de gemir y ser turbados en nosotros mismos, y de tener un deseo y el coraje de venir a Dios con verdadera humildad y arrepentimiento; es para que apreciemos la bondad y misericordia de nuestro Dios de acuerdo a cómo se la ve aquí y para que tengamos las bocas abiertas para rendirle un sacrificio de alabanza, y para que seamos apartados de las astucias de Satanás, que ha echado sus redes para retenernos en el mundo, y también para q.ue dejemos nuestras conveniencias y comodidades a efectos de aspirar a esta herencia que nos fue comprada a semejante precio.
Y puesto que el próximo día del Señor vamos a recibir la Santa Cena, y puesto que Dios, habiéndonos abierto el reino de los cielos, nos presenta allí un banquete espiritual, es para que seamos tanto más impactados por esta enseñanza. En efecto, cuando diariamente comemos y bebemos para ser refortalecidos, Dios nos declara suficientemente que él es nuestro Padre y que tiene cuidado de estos cuerpos terrenales y frágiles; de manera que no podemos comer un pedazo de pan sin tener el testimonio de que Dios cuida de nosotros, pero en la cena del Señor hay una razón especial. Porque allí Dios no llena nuestros estómagos, sino que nos transporta al reino de los cielos. El nos pone a nuestro Señor Jesucristo delante para que él sea alimento y bebida. Jesucristo no se da por satisfecho con solamente recibirnos en su mesa, sino que en todo sentido quiere ser nuestro alimento. Por el efecto nos hace sentir que su cuerpo es verdadera carne para nosotros y su sangre, bebida. Entonces, cuando vemos que nuestro Señor Jesús nos invita tan gentilmente a acercarnos a él, ¿no seremos los peores villanos si no somos apartados de aquello que nos separa de él? Y aunque viniésemos arrastrando los pies, no dejemos de estar afligidos por nuestros pecados a efectos de acercarnos a él, y de constreñirnos a nosotros mismos en la medida de lo posible a estar separados de este mundo y a aspirar al reino de los cielos.
De manera entonces, que cada uno observe qué beneficio debiera conferirnos la Santa Cena. Porque vemos que nuestro Señor Jesús nos llama a ser partícipes de su muerte y pasión para que gocemos el beneficio que él adquirió para nosotros, y por este medio debiéramos estar plenamente seguros de que Dios nos declara hijos suyos y que abiertamente podemos dirigirnos a él como a nuestro Padre. Vengamos con una auténtica fe, sabiendo por qué nuestro Señor Jesús nos fue enviado por Dios su Padre, sabiendo cuál es su oficio, y cómo aun hoy es nuestro Mediador tal como siempre lo ha sido. Más allá de ello tratemos de estar de tal manera unidos a él que lo dicho pueda ser no solamente para cada uno de nosotros, sino para todos en general. Tengamos un sentir mutuo y una hermandad entre todos, ya que él ha soportado y llevado la condenación que Dios su Padre había pronunciado sobre todos nosotros. Entonces, aspiremos a ello, y que cada uno venga no solamente por sí mismo (como he dicho), sino que trate de traer a su compañero, y exhortémonos los unos a los otros de andar firmemente, notando siempre que nuestra vida es como un camino que tiene que ser seguido hasta el final, y que no tenemos que cansarnos en medio del viaje, sino que día por día aprovechemos tanto y que nos preocupemos por traer a aquellos que están fuera de la ruta; que todo nuestro gozo sea éste, nuestra vida, nuestra gloria y contentamiento, y que así nos ayudemos unos a otros hasta que Dios nos haya reunido plenamente en su presencia. Ahora, inclinémonos en humilde reverencia ante la majestad de nuestro Dios.

LA VIEJA CRUZ Y LA NUEVA (ARTICULO)

Por Tozer.

Con el título “La vieja cruz y la nueva”, A.W. Tozer notó proféticamente hace ya algún tiempo:

“Sin anuncio previo, y casi sin ser detectada, una nueva cruz ha llegado en los tiempos modernos a los círculos evangélicos populares. Es como la vieja cruz, pero diferente: las semejanzas son superficiales; las diferencias, fundamentales. De esta nueva cruz ha brotado una nueva filosofía de la vida cristiana... Este nuevo evangelismo emplea el mismo lenguaje que el antiguo, pero su contenido no es el mismo ni el énfasis es el de antes... La nueva cruz... no predica contrastes, sino similitudes. Busca introducirse en el interés del público mostrando que el cristianismo no tiene exigencias desagradables; más bien, que ofrece lo mismo que el mundo, sólo que a un nivel superior. Se demuestra astutamente que, fuere lo que el mundo enloquecido por el pecado esté exigiendo en este momento, es exactamente lo mismo que el Evangelio ofrece, sólo que el producto religioso es mejor...” [1]

lunes, 14 de diciembre de 2009

EL CORAZON QUEBRANTADO


Por Robert Mc Cheyne.


«Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado. Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios» (Salmo 51:17).
Ningún otro salmo expresa tan plenamente la experiencia por que atraviesa el alma que ha sido guiada al arrepentimiento Su humilde confesión de pecado (va. 3, 4 y 5); su deseo intenso de ser perdonada por los méritos de la sangre de Cristo (v. 7) ; su ansiedad porque el Señor le conceda un corazón puro (v. 10); su voluntad de ofrecer, de rendir algo a Dios por todos sus beneficios.
Dice el salmista que él enseñará a los prevaricadores el camino de Dios; dice que sus labios, por la gracia. de Dios, se abrirán para publicar las alabanzas de Dios; manifiesta que ofrecerá a Dios un espíritu quebrantado y humillado (va. 16, 17). Viene a decir que, del mismo modo que ha ofrecido ---siguiendo los ritos mosaicos-- numerosos corderos inmolados ¡u acción de gracias a Dios, también ahora ofrecerá a Dios, como un cordero inmolado, su quebrantado corazón. Cada uno de vosotros, quienes habéis hallado el mismo perdón de Dios, llegasteis en el pasado a la misma resolución, la de ofrecer a Dios un corazón quebrantado, lo cual nuevamente os será grato hacer hoy.
I. EL CORAZÓN NATURAL ES UN CORAZÓN NO HERIDO, NO QUEBRANTADO.
La ley de Dios, sus misericordias, las aflicciones que le acontecen, no quebrantan el corazón natural. Oye hablar de la ley de Dios y de su misericordia y continúa impasible. Es más duro que una piedra. Nada hay en el universo tan duro. "Oídme, duros de corazón, que estáis lejos de la justicia" (Isaías 46:12). "Hemos recorrido la tierra y he aquí que toda la tierra está reposada y quieta" (Zacarías 1:11). "Yo escudriñaré a Jerusalén con candiles y haré visitación sobre los hombres que están sentados sobre sus heces" (Sofonías 1:12). "Endurecieron sus rostros más que la piedra, no quisieron tornarse" (Jeremías 5:3). "Mujeres reposadas y confiadas, oh confiadas" (lsaías 32:9-11).
¿Por qué? ¿Por qué es tan duro, el corazón natural?
Primero: Porque hay un velo sobre él. Porque el corazón del hombre natural se halla cubierto por un espeso velo. No cree en la, Biblia, ni en lo estricto de la ley, ni en la ira que ha de venir; un trágico velo cubre sus ojos.
Segundo: Porque Satanás es dueño del corazón natural. Satanás se lleva la semilla tan presto como puede.
Tercero: Porque el hombre natural está muerto en delitos y pecados. Los muertos. no oyen, ni sienten; carecen de sentimientos y de sensibilidad.
Cuarto: Porque se ha construido una barrera de despreocupación que le resultará mortal. El corazón natural confía a lo más en cualquier refugio falso, refugio de mentira, como dice la Biblia. Confía en la oración, o en las limosnas.
Pedid, amigos, a Dios que os libre de la maldición de un corazón muerto, no quebrantado, no contrito y humillado. Primero, porque no pasará mucho tiempo tranquilo en su falsa confianza; os halláis sobre lugares resbaladizos y las olas del océano rugen bajo vuestros pies. Segundo, porque Dios os denostará en la eternidad en vuestra calamidad. Si vosotros os volvéis ahora, hay esperanza de perdón cierto. Los ministros y los cristianos están preparados y Cristo mismo también lo está; pero después, en la eternidad, su denuesto caerá sobre vosotros.
II. EL CORAZÓN DESPERTADO ES UN CORAZÓN HERIDO, PERO NO QUEBRANTADO, NO ROTO.
1. La ley inflige la primera herida. - Cuando Dios se dispone a salvar un alma, la lleva primeramente a preocuparse de sus pecados. "Maldito es todo aquel que no permaneciere en todas las cosas que están escritas en el libro de la ley, para hacerlas". "Así que yo, sin la ley vivía por algún tiempo, mas venido el mandamiento el pecado revivió y yo morí". La vida y el corazón de cada uno adquieren entonces tremendos colores.
2. La majestad de Dios produce la segunda herida. El pecador recibe la sensibilidad que le hace sentir la grandeza y santidad de Aquel contra quien ha pecado. "Contra ti, a ti solo he pecado" (v. 4).
3. La tercera herida procede de su propia incapacidad para mejorarse. - En este estado el corazón todavía no ha sido quebrantado; el corazón se levanta contra Dios. Primero, a causa de lo estricto de la ley: %Si no fuese tan exigente...!" Segundo, porque sea la fe el único camino de la salvación y ella constituye un don de Dios: "¡Quisiera merecerse la salvación y ganarla!" Tercero, porque Dios sea soberano y pueda salvar o no, según su voluntad. Esto es lo que hay en el corazón no quebrantado. No existe otro estado y situación más miserables.
Aprendamos que una cosa es ser despertado y otra muy diferente ser salvado. Amigos, no descanséis en vuestras opiniones.
III. EL CORAZÓN DEL CREYENTE ES UN CORAZÓN QUEBRANTADO EN DOS ASPECTOS.
Ha sido quebrantado de su propia justicia y de su propia posibilidad de justificarse. Cuando el Espíritu Santo lleva a un alma a la cruz, ésta desespera de justificarse por sus propios méritos y justicia. Toda su carga y todas sus propias justicias y sus propias opiniones se derraman perdiéndose del modo como un líquido se pierde al romperse el frasco que lo contiene.
Primero, porque la obra de Cristo se le muestra. tan perfecta, lo mismo que la sabiduría y el poder de Dios. Ve en la obra de la cruz la justicia de Dios. "Me maravillo al pensar que hubo un tiempo en que yo busqué otros caminos de salvación. De haberla podido obtener con mis obras, ciertamente que con todas mis fuerzas me hubiera lanzado a ello. Me maravillo al pensar que el mundo no ha comprendido, ni ha aceptado, el único camino de salvación por la justicia de Cristo" - Brainerd.
Segunda. ¡La gracia de Cristo tiene tanto esplendor! ¡Qué maravilloso que toda la justicia de Cristo tan excelsa y divina, sea ofrecida gratuitamente al pecador! ¡Que yo, que he sido voluntariamente negligente, menospreciador de Cristo, que he odiado su obra, que he obstaculizado su llamamiento levantando entre él y yo verdaderas montañas haya sido objeto de su amor, y a pesar de todo, haya venido hasta mí pasando por todas ellas! "Para que te acuerdes y te avergüences, y nunca más abras la boca a causa de tu vergüenza, cuando me aplacare para contigo de todo lo que hiciste, dice Jehová" (Ezequiel 16:63). ¿Tienes tú este corazón quebrantado, y contrito ante la visión de la cruz? No será una mirada a tu propio corazón, o al corazón del infierno, sino al corazón de Cristo lo que quebrantará tu corazón. ¡Oh, pedid que Dios os dé un corazón quebrantado así! El orgullo y la jactancia están excluidos ¡A Él sea la gloria, digno es el Cordero! Todas las batallas y los esfuerzos del alma que busca su propia justificación han de ser quitados y hollados con desprecio.
El corazón quebrantado ha visto deshecho su amor para con el pecado. - Cuando un hombre cree en Cristo, se da cuenta entonces de que el pecado le es aborrecible. Primero, porque él le separa de Dios, abre entre Dios y él una gran alma y arrastra al hombre a la condenación del infierno. Segundo, porque llevó a Cristo a la cruz, al Señor de gloria; fué la gran carga que gravitó sobre su alma, lo que le hizo sudar, sangrar y morir. Tercero, porque es la plaga del corazón de Cristo ahora. Toda mi infelicidad y desdicha se debe a que soy un pecador. Ahora el creyente se lamenta y conduele, como una paloma, de haber pecado contra quien tanto le amó. "Entonces recordarás tus caminos y todas las cosas en que hablas vivido impíamente y te aborrecerás a ti mismo".
IV. LAS VENTAJAS DE UN CORAZÓN QUEBRANTADO.
1. Te guardarás de que te ofendas por causa de la predicación de la cruz. El corazón natural se ofende cuando se le predica de la cruz. Muchos de vosotros estoy cierto de que la odiáis y la menospreciáis. Muchos, sin duda, se enfurecen a menudo en lo más íntimo de sus corazones al oír la predicación de la justicia de otro, que debéis aceptar desechando la vuestra, si no queréis perecer. Muchos, sin duda, han abandonado esta iglesia por causa de tal predicación; y muchos más, a no dudar, seguirán el mismo camino. El escándalo y la ofensa de la cruz no han terminado. En cambio, amados, el corazón quebrantado no puede ofenderse de tal predicación. Los ministros puede mente la verdad a los corazones quebrantados. Un corazón quebrantado gozosamente se sienta a oír acerca de la justicia sin obras.
Muchos de vosotros os ofendéis cuando hablamos claramente del pecado; muchos se ofendieron el domingo pasado. Pero el corazón quebrantado y contrito no se ofende porque odia el pecado más que los mismos ministros a veces pueden hacerlo. Hay muchos como los adoradores de Baal: "Saca fuera tu hijo para que muera" dicen (Jueces 6:30). Del mismo modo quienes no tienen un corazón quebrantado respiran amenazas contra el predicador que destroza el ídolo de su orgullo; pero un corazón quebrantado desea ver el ídolo destrozado y derrotado y convertido en añicos.
2. El corazón quebrantado descansa al fin. - El corazón natural es como el mar tempestuoso. "¿Quién nos mostrará lo bueno?" Y corre preguntando de criatura en criatura buscando su propio placer, "lo bueno". El corazón despertado no tiene paz. Los temores de la muerte y del infierno amenazan ---así lo descubren los desesperados- sus almas desde que fueron sacados bruscamente de su condición dormida y de su estado de reposo y falsa tranquilidad.
Pero el corazón contrito dice: "¡Vuelve a tu paz, oh alma mía!" La justicia de Cristo echa fuera el temor, disipa todos los temores. Aun la misma plaga y corrupción del corazón no pueden verdaderamente turbarle, porque ha depositado todas sus cargas en Cristo.
3. No puede acontecerle ningún mal al corazón quebrantado. - Para los no convertidos, ¡cuán trágico es el lecho de muerte, o de la enfermedad, agitado e inquieto corno una bestia salvaje aprisionada en la red! En cambio, el corazón quebrantado se halla satisfecho y sereno en Cristo. Cristo le es suficiente; no ambiciona nada más. Aunque todo desaparezca, su amor, el amor de Cristo permanece. Está como un niño de meses en el regazo de su madre, confiado y seguro. ¿Conoces tú este seguro descanso?

UN PROBLEMA MAYOR QUE LA MUERTE

Por Joshua Harris.


NO DESPERDICIES TU SEXUALIDAD

Por Joshua Harris.


EL HERMANO YUN PERSEGUIDO POR SU FE, REFLEXIONA SOBRE EL CRISTIANISMO EN OCCIDENTE



Este es un extracto del libro “El Hombre Celestial” cuenta la historia de un cristiano en China torturado y perseguido por el regimen comunista:
Antes de mis viajes por el mundo Occidental no tenía ni idea de que hubiera tantas iglesias dormidas en lo espiritual. Daba por sentado que las iglesias allí eran fuertes y llenas de vida porque habían llevado el evangelio a mi país con una fe y tenacidad tan increíbles. Muchos misioneros nos habían dado un gran ejemplo arriesgando sus vidas por amor de Jesús.
En algunas ocasiones lloraba para mis adentros mientras hablaba en las iglesias occidentales. Parecía que allí faltaba algo que dejaba en mi interior un sentimiento deprimente. Muchas reuniones son frías y carentes del fuego y de la presencia de Dios que disfrutamos en China.
En Occidente muchos cristianos tienen abundancia de posesiones materiales, pero viven en un estado de apatía y abandono espiritual. Tienen oro y plata, pero no se ponen en pie y caminan honrando a Jesús. En China no tenemos posesiones a las que aferrarnos, no hay nada que nos frene para entregarnos al servicio del Señor. La iglesia en china es como Pedro en la puerta Hermosa. Cuando vio al mendigo lisiado, le dijo: “No tengo plata ni oro (…) pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡Levántate y anda!”. Hechos 3:6
Oro pidiendo que Dios use de una manera parecida a la iglesia en China para despertar a las iglesias en Occidente y ayudarlas a caminar en el poder del Espíritu Santo. Es casi imposible para la iglesia en China caer en la somnolencia en su situación actual. Siempre hay algo que nos mantiene despiertos y corriendo, y es muy difícil dormir mientras uno está corriendo. Si cesara la persecución, me temo que también caeríamos en la apatía y la somnolencia. Muchos pastores en Europa y Estados Unidos me han dicho que quieren ver un gran avivamiento. Me han preguntado a menudo por qué en China experimentamos avivamiento y que eso no suceda en la mayoría de las iglesias occidentales. Esta es una gran pregunta para contestarla, pero algunas razones son bastante claras para mí.
Cuando estoy en Occidente, veo todos los grandes edificios de iglesias y los equipos tan costosos que tienen, además de las alfombras y sistemas de sonido tan excelentes. Les aseguro a las iglesias de Occidente con absoluta seguridad que no necesitan más edificios. Esos edificios nunca les traerán el avivamiento que buscan. La búsqueda de más posesiones nunca les traerá el avivamiento. Jesús declaró de veras: “La vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes”. Lucas 12:15.
Lo primero que se necesita para hacer que se produzca el avivamiento en sus iglesias es la Palabra del Señor. Se nota la ausencia de la Palabra de Dios. Sin duda, hay muchos predicadores y miles de cintas y vídeos grabados con enseñanza bíblica, pero pocos contienen las verdades cortantes de la Palabra de Dios. Es la verdad la que nos hace libres. No solo falta el conocimiento de la Palabra de Dios, sino también la obediencia de la Palabra. No se ve que se lleve a cabo mucha acción. Cuando el avivamiento llegó a los creyentes en China, el resultado fue que se enviaron a miles de evangelistas a todos los rincones de la nación llevando el fuego del altar de Dios con ellos. Cuando Dios se mueve en Occidente, parece como que quieren parar y disfrutar de su presencia y bendiciones mucho tiempo, y edificar un altar a sus experiencias. Uno nunca conoce en realidad las Escrituras hasta que no se está dispuesto a que nos cambien. Todo avivamiento genuino del Señor lleva a que los creyentes responda con acción y deseo de ganar almas. Cuando Dios se mueve de verdad en su corazón, no puede permanecer en silencio. Habrá un fuego en sus huesos, como en Jeremías, cuando dijo: “Su palabra en mi interior se vuelve un fuego ardiente que me cala hasta los huesos. He hecho todo lo posible por contenerla, pero ya no puedo más”.Jeremías 20:9.
Además, solo cuando salimos en obediencia y les hablamos del evangelio a las personas es que llegamos a experimentar las bendiciones de Dios en todas las esferas de nuestra vida. Es por eso que Pablo le escribió a su colaborador Filemón: “Pido a Dios que el compañerismo que brota de tu fe sea eficaz para la causa de Cristo mediante el reconocimiento de todo lo bueno que compartimos”.Filemón 6.
He visto a muchas personas en las iglesias occidentales adorando como si ya se encontrarán en el cielo. Entonces alguien invariablemente aparece y les predica un mensaje diciendo: “Hijos mío, les amo. No tengan temor. Yo estoy con ustedes”. No me opongo a esas palabras, ¿pero por qué es que nadie parece oír una Palabra del Señor que diga: “Mi amado hijo, quiero enviarte a los barrios pobres de Asia o a las tinieblas de África para ser mi mensajero a personas que mueren en sus pecados”?
Multitudes de miembros de iglesia en Occidente están satisfechos con dar lo mínimo al Señor, no lo máximo. He observado a los creyentes durante el momento de las ofrendas en las iglesias. Abren sus billeteras bien llenas y buscan la cantidad menor que pueden dar. Esta clase de actitud nunca traerá prosperidad espiritual. Jesús entregó toda su vida por nosotros, y nosotros le damos a Dios lo menos posible de nuestra vida, tiempo y dinero. ¡Eso es vergonzoso! ¡Arrepiéntase!
Esto quizá parezca raro, pero incluso extraño las ofrendas que acostumbrábamos dar en China. En numerosas ocasiones el líder de la reunión anuncia: “Tenemos un nuevo obrero que sale mañana mismo para servir al Señor”. Sin demora cada uno de los presentes se dispone a vaciar sus bolsillos de todo lo que tiene. Con ese dinero el obrero podrá adquirir un billete de tren o de autobús y salir a servir en el nombre del Señor al día siguiente. Con frecuencia ese dinero no era solo que teníamos en el bolsillo en ese momento, sino todo lo que poseíamos en todo el mundo.
Solo porque tengamos un edificio de iglesia eso no significa necesariamente que Jesús esté con nosotros. A Él no le dan la bienvenida en muchas iglesias de hoy. En Apocalipsis 3:20 Jesús dijo: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y el conmigo”. Este versículo se usa a menudo como una invitación a la salvación, pero en realidad el contexto en el que Jesús hablaba era muy diferente. Se encontraba parado frente a la puerta de la iglesia en Laodicea, llamando para que le dejaran entrar.
Por supuesto, ¡no todas las iglesias en Occidente están dormidas! De todas las iglesias fuertes que he visitado en el mundo occidental me he dado cuenta de algo que tienen en común: Su compromiso firme y de sacrificio por las misiones para alcanzar todos los pueblos con el evangelio. No estoy hablando solo del esfuerzo evangelizador de las iglesias locales o incluso abrir iglesias en otras partes de su país. Me refiero a un corazón por establecer el reino de Dios en las zonas del mundo sumidas en la oscuridad espiritual y hambrientas por el evangelio, donde nadie sabe nada sobre el nombre de Jesús. Cuando empieza a poner ahí su tiempo, oraciones y finanzas, muy pronto empezará a experimentar las bendiciones de dios en la obra de sus manos. La Gran Comisión no ha cambiado. Hay muchas iglesias que tratan de crear un cielo aquí en la tierra, pero hasta que las iglesias de Occidente no obedezcan la Gran Comisión y lleven el evangelio a todas partes de la tierra, las personas solo juegan con Dios y no son muy serías con la verdad. Muchas iglesias se ven hermosas por fuera, pero están muertas en lo que tiene importancia, en su interior. Si quiere de verdad ver a Dios en acción, las dos cosas principales que debe hacer es aprender la Palabra de dios y tener la obediencia de cumplir con lo que Dios le dice que haga.

En Finlandia en 1999 me pidieron que fuera uno de los oradores en una conferencia a la que asistirían un millar de líderes de iglesias. El Orador principal era un predicador estadounidense bien conocido. Cada vez que hablaba era sobre el amor y la bondad de dios Durante el tiempo de oración todos cayeron al suelo y se echaron a reír. Después que yo hablé les pedí a las personas que se arrodillaran al pie de la cruz de Jesús, ¡y lloraron! Las lágrimas aparecen primero antes de que el Señor actúe de verdad. Él nunca va a derramar sus bendiciones sobre carne egoísta e impura. La cruz de Cristo debe estar en el centro de todo lo que hacemos.

Si hace esto, verá el avivamiento.¿Está dispuesto a darlo todo a Dios y para su servicio? “Los sabios resplandecerán con el brillo de la bóveda celeste; los que instruyen a las multitudes en el camino de la justicia brillarán como las estrellas por toda la eternidad”. Daniel 12:3.
Muchos cristianos me han preguntado también por qué los milagros, señales y maravillas suceden con tanta frecuencia en China,. Pero no en Occidente.
En Occidente ustedes tienen mucho. Tienen pólizas de seguro para casi todo. En cierto sentido, no necesitan a Dios. Cuando mi padre estaba muriendo de cáncer en el estómago, vendimos todo lo que teníamos para curarle. Cuando todo desapareció, nuestra única esperanza era Dios. Nos volvimos a Él en nuestra desesperación y vimos cómo respondía en su misericordia a nuestras oraciones y sanó a mi padre. Razonamos que si Dios podía hacer eso, Él podría hacer cualquier cosa, de manera que nuestra fe creció y hemos visto muchos milagros.

En China, los mayores milagros que vemos no son las sanidades y otras cosas, sino las vidas transformadas por el evangelio. Creemos que no tenemos el llamado a seguir señales y maravillas, sino que las señales y prodigios nos siguen cuando se predica el evangelio. No ponemos nuestros ojos en las señales y maravillas, sino en Jesús.
Cada pastor en las iglesias en casa de China está dispuesto a arriesgar su vida por la causa del evangelio. Cuando vivimos de esta manera, veremos que dios hace grandes cosas mediante su gracia.

domingo, 13 de diciembre de 2009

EL JUICIO DE DIOS A SU IGLESIA (TERCERA PARTE Y FINAL)

EL JUICIO DE DIOS A SU IGLESIA (SEGUNDA PARTE)

EL JUICIO DE DIOS A SU IGLESIA (PRIMERA PARTE)

¿PUEDE EL REGENERADO SER BORRADO DEL LIBRO DE LA VIDA?

Por John Piper.

Apocalipsis 3:5
El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.
Se acerca el final de año. La culminación de algo nos hace reflexionar acerca de la paciencia. Llegamos a otro año nuevo (a duras penas). ¿Lograremos llegar a otro? Pero aun más importante: ¿Perseveraremos, como dice Jesús, hasta el fin para entonces ser salvos? (Marcos 13:13). La paciencia es una promesa y un regalo precioso. No se consigue sin lucha. Pero nosotros luchamos como vencedores. Quiero alentarlo en este final de año a pelear la buena batalla una vez más, y a estar profundamente seguro de que Dios no borrará su nombre del libro de la vida.
La preciosa verdad bíblica de que los santos perseverarán en fe hasta el fin y serán salvos enfrenta constante oposición, generación tras generación. No obstante, la verdad perdura, apoyándose firmemente en la fidelidad soberana de Dios para consumar la salvación de sus elegidos. Dios planeó esta salvación en la eternidad, la compró por medio de la muerte de Cristo en la cruz y la aplica mediante el Espíritu Santo.
Romanos 8:30 dice, “a los que justificó, a éstos también glorificó”. En otras palabras, en el transcurso del evento de justificación por medio de la fe que sucede al comienzo de nuestra vida cristiana y el evento de glorificación en la resurrección de nuestros cuerpos (Filipenses 3:21), nadie será abandonado, ni expulsado y a nadie se pedirá rescate “A los que justificó, a éstos también glorificó” – a todos. Dios guardará y santificará a aquellos a quienes ha justificado y se asegurará de que perseveren en la fe hasta el fin y sean salvos.
1 Juan 2:19 describe cómo debemos ver a aquellos que aparentemente se apartan de la fe: “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecidocon nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros”. En otras palabras, dejar de perseverar no es una señal de que uno puede ser realmente nacido de nuevo y justificado, para luego perderse. Más bien dejar de perseverar es una señal de que uno nunca realmente fue parte del pueblo regenerado de Dios. Ese es el punto explícito de 1 Juan 2:19.
Sin embargo, existen citas que han persuadido a algunos a rechazar esta enseñanza. La cita que aquí tengo en cuenta es Apocalipsis 3:5 en la cual el Señor Jesús dice, “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.”
Algunos dicen que esta es una cita infalible en contra de la doctrina de la perseverancia de los santos. Asumen que cuando Apocalipsis 3:5 dice que Dios no borrará el nombre de una persona del libro de la vida, significa que Él borra a algunos del libro de la vida, y que éstas son personas que fueron justificadas y más tarde condenadas. Pero ¿es ésta asunción correcta?
La promesa “no borraré su nombre del libro de la vida” no necesariamente significa que algunos nombres son borrados. Esta cita simplemente le dice al que está en el libro y triunfa en la fe: Nunca borraré tu nombre. En otras palabras, ser borrado del libro es una posibilidad temible, la cual no permitiré que suceda. Te mantendré seguro en el libro. Esta es una de las promesas hechas a aquellos que perseveran y triunfan. No dice que aquellos que no triunfan y se apartan de Cristo estuvieron en el libro y luego fueron borrados.
De hecho, existen dos versículos más en Apocalipsis que parecen enseñar que el tener su nombre escrito en el libro significa que usted definitivamente perseverará y triunfará. Considere Apocalipsis 13:8. “Y la adoraron todos los moradores de la tierra [a la bestia], cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo”. Este versículo da a entender que aquellos quienes tienen su nombre escrito en el libro de la vida del Cordero “desde el principio del mundo” definitivamente no adorarán a la bestia. Es decir, tener nuestro nombre en el libro de la vida desde el principio del mundo parece significar que Dios no permitirá que usted fracase y que le otorgará perseverar en lealtad a Él. Estar en el libro significa que usted no apostatará.
De igual manera, considere Apocalipsis 17:8, “La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será”. Una vez más, tener nuestro nombre escrito en el libro de la vida desde la fundación del mundo parece asegurar que no nos “asombraremos” ante la bestia. Aquellos que no tengan sus nombres escritos en el libro de la vida desde la fundación del mundo se asombrarán. Si su nombre está escrito en el libro, usted nose asombrará ante la bestia.
La enseñanza que se muestra aquí es que el tener nuestro nombre escrito en el libro tiene eficacia. Es decir que define nuestras acciones. Tener su nombre escrito en el libro del Cordero desde la fundación del mundo garantizaque usted no adorará o se asombrará ante la bestia. Juan no dice, “Si adoras a la bestia, tu nombre será borrado”. Él dice, “Si tu nombre está escrito, no adorarás a la bestia”.
Esto concuerda con Apocalipsis 3:5, “El que venciere . . . no borraré su nombre del libro de la vida”. El triunfo que se requiereen 3:5 está garantizado en 13:8 y 17:8. Esta no es una contradicción, como cuando Pablo dijo, “ocupaos en vuestra salvación . . . porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer por su buena voluntad” (Filipenses 2:12-13). No es absurdo declarar la siguiente condición: si triunfa, Dios no borrará su nombre (3:5); y luego asegurar: si su nombre está escrito, triunfará (13:8 y 17:8). Los que “están escritos” realmente debenconquistar, y realmente conquistarán. Por un lado se resalta nuestra responsabilidad; por el otro la soberanía de Dios.
El impacto práctico de esta verdad no es que nos descuidemos en cuanto a la fe, amor y santidad. La vida cristiana requiere de atención (Hebreos 3:12), esfuerzo (Lucas 13:24) y empeño (Hebreos 12:14). Antes bien, el impacto que tiene es que descansamos en la seguridad de que no se nos deja solos en esta “batalla de la fe.” El Dios que le llamó es fiel y lo “confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 1:8). “Fiel es el que os llama, el cual también lo hará” [su santificación] (1 Tesalonicenses 5:24). Él perfeccionará la buena obra que comenzó (Filipenses 1:6). Somos guardados por el poder de Dios (1 Pedro 1:5). Debemos perseverar, pues sólo aquellos que perseveren serán salvos (Marcos 13:13). Y perseveraremos, porque Dios está trabajando en nosotros para hacernos aptos en toda buena obra para que hagamos su voluntad (Hebreos 13:21

PROPERIDAD MATERIAL, ¿UNA BENDICION PROMETIDA?

CUANDO EL JUICIO LLEGA A SER EVIDENTE

Por David Wilkerson.




UN MOMENTO CON DIOS

¿Quién puede afirmar: “tengo puro el corazón; estoy limpio de pecado”?

Proverbios 20:9 NVI.

Parece ser que la tendencia natural de los seres humanos es tratar de ver el defecto en la otra persona antes de ver el suyo propio. En los tiempos de Jesús esto llegó a ser una práctica entre los escribas y fariseos:
Juan 8:3-9 BLS:
·3 Entonces los maestros de la Ley y los fariseos llevaron al templo a una mujer. La habían sorprendido teniendo relaciones sexuales con un hombre que no era su esposo. Pusieron a la mujer en medio de toda la gente, 4 y le dijeron a Jesús:· --Maestro, encontramos a esta mujer cometiendo pecado de adulterio. 5 En nuestra ley, Moisés manda que a esta clase de mujeres las matemos a pedradas. ¿Tú qué opinas?·6 Ellos le hicieron esa pregunta para ponerle una trampa. Si él respondía mal, podrían acusarlo. Pero Jesús se inclinó y empezó a escribir en el suelo con su dedo. 7 Sin embargo, como no dejaban de hacerle preguntas, Jesús se levantó y les dijo:· --Si alguno de ustedes nunca ha pecado, tire la primera piedra.·8 Luego, volvió a inclinarse y siguió escribiendo en el suelo. 9 Al escuchar a Jesús, todos empezaron a irse, comenzando por los más viejos, hasta que Jesús se quedó solo con la mujer.
Estaban tan enfocados en mostrar el error del otro que no se percataron de la intención propia de sus corazones; su interés no era tanto el aplicar la ley y restaurar, sino lograr su propósito obviando la condición de sus corazones. La integridad apela a lo más recóndito del corazón humano en busca de un carácter fragmentado. Por eso es que:
“El Señor aborrece a los de corazón perverso, pero se complace en los que viven con rectitud”. Proverbios 11:20 NVI.

¿ERES SALVO O SOLAMENTE RELIGIOSO?


Por Charles Finney.


CARACTERISTICAS CLASICAS DE LOS RELIGIOSOS ENGAÑADOS


1. Una indiferencia hacia los pecados de los demás es evidente de una mente inconversa y que se justifica de los pecados. Es imposible que una alma arrepentida no se oponga profundamente y de todo corazón a cualquier tipo de pecado. Y si en verdad está opuesta de todo corazón es imposible que no manifieste absolutamente esta oposición, pues el corazón controla la vida de una persona por una ley de causa y efecto: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él” (Prov. 23:7a).

2. Obviamente, cuando alguien manifiesta complacencia de corazón hacia el pecado o hacia los pecadores, es una evidencia segura de un estado mental de inconversión. “La amistad del mundo es enemistad contra Dios”. Cuando alguno se complace en los pecadores, el tal es amigo del mundo, y enemigo de Dios.

3. Cuando alguien manifiesta una falta de celo para oponerse al pecado y promover las conversiones de otros, es un indicador seguro de un estado mental de inconversión. La persona que en verdad ha sido convencida de pecado, y se ha convertido del pecado al amor y servicio de Dios, no puede sino manifestar un profundo interés en todos los esfuerzos que se hagan para expulsar al pecado fuera del mundo. Esa alma no puede ser sino celosa en oponerse al pecado y en edificar y establecer la justicia en la tierra.

4. Cuando alguien manifiesta oposición a Dios en cuanto a su gobierno providencial o moral, es una evidencia de inconversión del corazón. Una persona convertida, como se ha dicho antes, siempre justificará a Dios en todos sus caminos. Esto está implícito cuando el arrepentimiento es genuino. Una disposición a quejarse de lo estricto y lo riguroso de los mandamientos de Dios, el hablar quejándose de la providencia de Dios (de “cómo” Dios permitió que sucedieran las cosas), murmurar ante sus decisiones y sobre las circunstancias en que se ha puesto a una persona es evidencia de un estado mental inconverso y rebelde.

5. Cuando alguien tiene falta de confianza en el carácter, fidelidad y promesas de Dios es una evidencia segura de que la persona no es convertida. Una desconfianza de Dios, en cualquier aspecto no puede ser consistente en un corazón convertido.

6. La ausencia de paz mental, es una evidencia segura de que es inconverso. El alma convertida debe tener paz de conciencia, porque la conversión es un estado de rectitud consciente. También debe tener paz con Dios al contemplar y confiar en el sacrificio de Cristo. El arrepentimiento es un “volverse” de una actitud de rebelión contra Dios, a un estado de sumisión universal a Su voluntad y una aprobación de la misma como sabia y buena. Esto, obviamente, trae paz al alma. Cuando hay una evidencia de falta de paz, es una prueba de inconversión.

7. Cualquier manifestación clara de egoísmo, es evidencia conclusiva de que la persona actualmente es inconversa. El arrepentimiento, como hemos visto, consiste en el cambio de alma del egoísmo a la benevolencia. Claro esta que la presencia de egoísmo o de un espíritu de autosatisfacción o autocomplacencia en la persona es una evidencia tremenda de un estado de inconversión. Arrepentimiento implica el negarse a uno mismo, la negación o sujeción de todos los apetitos, pasiones o propensiones a la ley de Dios desarrollada en la razón. Entonces pues, un espíritu evidentemente de autocomplacencia, o sea una disposición para buscar la gratificación de los apetitos y pasiones, como por ejemplo, la sujeción de la voluntad al uso del alcohol, tabaco, o cualquiera de los apetitos naturales o artificiales, y todo esto bajo la luz del evangelio y en oposición a la ley de la razón, es evidencia absoluta de que la persona actualmente es inconversa. Es imposible que este tipo de satisfacciones puedan existir junto con un corazón arrepentido. Tal persona debe ser inconversa o entonces, la inconversión no existe.

8. Un espíritu de autojustificación es otra evidencia de inconversión. Esta manifestación es exactamente lo contrario de la que tiene una persona verdaderamente convertida.

9. Las personas que tienen una disposición para estar poniendo excusas por no hacer su deber es también una evidencia final de que tienen un corazón no arrepentido. El arrepentimiento implica el deshacerse de todas las excusas por la desobediencia en todas las cosas. Obviamente, cuando hay una disposición de crear excusas por no SER y HACER todo lo que Dios nos pide, es seguro de que hay, sin duda alguna, una mente inconversa. Es estar en guerra contra Dios.

10. Una falta de franqueza acerca de cualquier área moral en la vida de la persona la evidencia como inconversa. Un estado de conversión de la voluntad está dedicado a conocer y abrazar toda verdad. Entonces pues, una mente insincera y prejuiciosa es inconsistente con la verdadera conversión, y cuando hay una manifestación de prejuicio, es la prueba de que la persona actualmente es inconversa. La negativa o falta de disposición para ser escudriñado, y el traer todos nuestros caminos y palabras a la luz de la verdad. La falta de disposición para ser reprobado cuando estamos en error, es una indicación segura de una mente inconversa. “Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no tiene la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios” (Jn. 3:20,21).

11. Una reforma PARCIAL de la vida, también indica que el corazón no ha abrazado toda la voluntad de Dios. Cuando se manifiesta una disposición para cometer algún pecado, no importa que tan pequeño, es evidencia segura de que la persona es inconversa. El alma verdaderamente arrepentida rechaza el pecado, ¡y claro! Todo tipo y grado de iniquidad es abandonado, pisoteado y aborrecido. “Porque cualquiera que guardare toda ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos” (Stg. 2:10); o sea, si un hombre peca deliberadamente o desobedece a Dios, es seguro que él desde el fondo de su corazón no lo obedece verdaderamente en nada. No tiene un estado mental obediente. Si en verdad tuviera un respeto supremo hacia la autoridad de Dios, no podría sino obedecerlo en todas las cosas. Entonces, si encontramos a una persona que dijera haberse convertido y que no manifiesta el espíritu de obediencia universal, si en algunas cosas todavía es autoindulgente, que quede claro que tal persona todavía está en pecado y que se encuentra en “hiel de amargura y prisión de maldad”.

12. La negligencia o el rehusar confesar y restituir, de acuerdo a la oportunidad y la habilidad que se tiene, es evidencia segura de una mente injusta e inconversa. Parecería imposible para una alma verdaderamente arrepentida, el NO impactarse de inmediato con el deber de confesar y restituir a todos aquellos que han sido heridos por ella. Cuando esto no se hace o se demora demasiado, tiene que haber inconversión. El corazón controla la vida de una persona por una ley de causa y efecto; cuando existe un corazón que confiesa y abandona su pecado es imposible que esto no aparezca en la forma de una confesión y restitución externa.

13. Un espíritu de codicia o de “ir en pos del mundo” es una indicación segura de inconversión. Primera de Juan 5:4 y 5: “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?”. Aquí se explica claramente que nuestra fe “vence al mundo” y que el que en verdad cree en Jesucristo “ha vencido” al mundo. Efesios 2:2 dice que el espíritu del mundo “opera en los hijos de desobediencia” (Esto es: “correr en pos del mundo”). Es un hambre y sed y devoción por este mundo. El “hambre de tener”, o codicia, cuando se practica, es evidencia positiva de una vida inconversa. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no esta en él.

14. La falta de interés en los pecadores y la falta de compasión por ellos, es una señal segura de que la persona no está convertida al Señor y no es salva. Si uno ha visto su propia culpa y miseria y se ha encontrado hundido en el sucio lodo de sus propias abominaciones y ha hallado el camino para escapar, entonces tendrá sentimientos profundos por los pecadores y tendrá gran compasión y preocupación por ellos, así como celo por su salvación y esto le será tan natural como respirar. Si esa simpatía y ese celo no se manifiestan, confiemos en que la persona es inconversa, pues hay una falta de ese amor a Dios a las almas que siempre viene con el arrepentimiento real. ¿Has visto a alguno que dice haberse convertido a Cristo y que su compasión no le mueve y que no tiene un celo vivo por la salvación de las almas? Estate segura de que estás viendo a un hipócrita.

15. La pereza espiritual o la indolencia es una señal de una persona inconversa de corazón. El alma que se vuelve completamente a Dios y se consagra a El , y que se dedica a promover Su gloria, en la construcción de Su reino, será, y debe ser todo, menos floja y perezosa. Una disposición para la ociosidad espiritual o al reposo, o a la indolencia de cualquier tipo, es una evidencia de que la persona no se ha arrepentido y convertido de corazón.
Y pudiéramos seguir este tema indefinidamente, pero lo que se ha dicho debe ser suficiente para esta enseñanza, y es suficiente para darte las claves con las cuales identificar las evasiones y los engaños de los corazones inconversos.

Tomado del tratado: Eres salvo o solamete religioso? Por Carlos G. Finney